Novena a la Virgen Milagrosa (día 8)
INMACULADA DE LA MEDALLA MILAGROSA
(Familia Vicenciana)
MONICIÓN DE ENTRADA
Ya en la víspera de la Fiesta se nos presenta la Medalla en la segunda aparición a Santa Catalina. Del cielo viene el diseño: ovalada, con muchos signos, con anverso y reverso. Sucede en la capilla, donde se oye la Palabra de Dios y se celebra la vida y la fe.
“El Papa Francisco nos invita a vivir este año de la Vida Consagrada dando gracias al Señor y haciendo memoria reconocida de los dones recibidos.” Hoy damos gracias por San Vicente, por Santa Luisa y por la Medalla “milagrosa”, que a tantas personas ha confortado.
Celebremos, unidos a toda la Iglesia, el banquete de vida al que el Señor nos invita y en el que nos sirve.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios nuestro, que nos alegras
con la abundancia de tu inmensa bondad
que se manifiesta en la Inmaculada Virgen María,
asociada al misterio de tu Hijo de modo inefable,
concédenos propicio que, sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con un corazón libre y fiel
sirvamos al misterio de tu redención. Por NSJC.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de Samuel (3, 15-18)
Samuel se acostó hasta la mañana y abrió, luego, las puertas del templo del Señor. Samuel temía dar a conocer la visión a Elí.
Entonces, Elí le llamó: “Samuel, hijo mío”.
Respondió: “Aquí estoy”.
Elí preguntó: “¿Qué es lo que te ha dicho? Por favor no me lo ocultes. Que Dios te castigue si me ocultas algo de cuanto te ha dicho”.
Samuel le dio a conocer entonces todas las palabras sin ocultarle nada. Elí dijo: “Es el Señor, haga lo que le parezca bien”.
Palabra de Dios
Salmo responsorial
Antífona cantada:
Habla, Señor, que tu hijo escucha.
Habla, Señor, te quiero escuchar.
Habla, Señor, danos tu mensaje.
Habla, Señor, danos tu verdad.
Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío,
líbrame de la mano perversa.
Habla, Señor, que tu hijo escucha…
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 39-45)
En aquellos días María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!
Palabra del Señor
SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA
- Una aparición para el bien de la Compañía y de la Iglesia.
Ayer nos quedamos contemplando, en medio de la noche, a la Virgen y a Catalina hablando en la capilla, sin oír la conversación. Pasaron años hasta que Catalina escribió esa conversación. Recordamos lo que le decía el niño de la luz encendida: “La santísima Virgen te espera en la Capilla…”, y lo que le decía la Virgen: “Ven al pie del altar. El buen Dios quiere confiarte una misión.”
Si esta primera aparición tiene un carácter íntimo y particular, se refiere principalmente a las Hijas de la Caridad y a los sacerdotes de la Misión. Lo que le dice Santa Catalina al P. Aladel: “La santísima Virgen quiere que usted comience una asociación…”, mira más al pueblo. La misión que el buen Dios le quiere confiar es un instrumento para evangelizar. Es una Medalla que ve en la segunda aparición. “La Santísima Virgen no se ha aparecido para mí, decía, sino para el bien de la Compañía y de la Iglesia.” (cf. Vicente de Dios, La Milagrosa, p. 157).
- Una Medalla para el pueblo.
El 27 de noviembre, que caía el sábado antes del primer domingo de adviento, a las cinco y media de la tarde, después del punto de la meditación, en medio del gran silencio, me pareció oír un ruido por donde la tribuna. Al mirar hacia aquel lado vi a la Santísima Virgen. La Virgen estaba de pie, vestida de blanco…los pies apoyados sobre una esfera…y además tenía otra esfera en sus manos. Su rostro era bellísimo, no podría describirlo… De pronto, sus dedos se llenaron de anillos y de piedras preciosas que despedían rayos unos más bellos que otros. En aquellos momentos en que yo la contemplaba, la Santísima Virgen bajó los ojos mirándome y se dejó oír una voz que me dijo estas palabras: “Este globo que ves representa al mundo entero y a cada persona en particular”. Aquí no sé expresarme sobre lo que yo experimenté y lo que percibí…En aquel momento yo era y no era, yo gozaba, yo no sé… Se formó un cuadro alrededor de la Santísima Virgen un poco ovalado y en lo alto del cuadro había estas palabras “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos”, escritas en letras de oro. Entonces se hizo escuchar una voz que me dijo: “Haz acuñar una medalla según este modelo: todos los que la lleven recibirán grandes gracias; si la llevan al cuello las gracias serán abundantes para quienes la lleven con confianza”… Al instante me pareció que el cuadro daba la vuelta y vi el reverso de la Medalla. Inquieta por saber lo que había que poner en el reverso de la Medalla, un día en la meditación, me pareció oír una voz que me decía: “La [letra] M y los dos Corazones dicen bastante.”
La Biblia habla con frecuencia de misiones y apariciones: a Noé le pide el Señor construir un arca, a Samuel lo despierta en la noche, a Jonás lo envía a la gran ciudad de Nínive y a los discípulos Jesucristo los envía al mundo entero. También Catalina es despertada en la noche y recibe una misión: acuñar una Medalla. La Medalla puede simbolizar un ancla de salvación. Es la Iglesia reducida a un pequeño símbolo, que concentra misterios de Cristo, de María, de la gracia, del pecado, de esperanza y triunfo definitivo. Es la medalla del pueblo sencillo que sabe ver en la imagen lo que no sabe leer en los libros. Las Hijas de la Caridad, los Misioneros Paúles, la Sociedad de San Vicente de Paúl, Juventudes Marianas, la Asociación Medalla Milagrosa, la han llevado y la siguen llevando al mundo entero como medio de evangelización, de bendición y de gracia.
- Una misión para nosotros.
El Evangelio proclamado aparece en el reverso de la Medalla: la maternidad universal de María y la acogida de la Madre en la casa y en los corazones. Es la unión de la Madre con el Hijo, con la Iglesia y cuantos la forman. Es una “trinidad” inseparable: Cristo, María y la Iglesia. Dejemos que María tome posesión de nuestra casa. Abramos las puertas a la Visita Domiciliaria de la Virgen, que con ella entra Cristo y la Iglesia, participando nosotros de su misma vida. Escuchemos muchas veces: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre… y el discípulo la recibió en su casa”. Como Samuel, en la primera lectura, abramos las puertas del templo cuando oímos que llaman.
ORACIÓN UNIVERSAL
Sacerdote: Presentemos al pie de este altar, como nos invita María, las necesidades de nuestro mundo y de la Iglesia.
¡Oh María, sin pecado concebida,
rogad por nosotros, rogad por nosotros,
que recurrimos a Vos!
Monitor/a:
- [En Pamplona] Por el Papa, los Obispos, especialmente hoy por los nuestros: Francisco y Juan Antonio, y cuantos presiden las comunidades cristianas para que busquen y encuentren caminos hacia el ecumenismo. Roguemos al Señor.
- Por quienes gobiernan las naciones y los pueblos para que tiendan puentes de comunicación entre todas las razas y culturas, superando dificultades. Roguemos al Señor.
- Por los todas las Congregaciones religiosos y Sociedades de vida apostólica, para que crezca entre ellos el conocimiento recíproco, la estima y la mutua colaboración. Roguemos al Señor.
- Por todos los habitantes de la tierra, que la Milagrosa ofrece al Padre en el globo de la tierra que lleva en sus manos. Roguemos al Señor.
- Por nosotros que tenemos confianza en recibir las gracias que la Virgen derrama. Roguemos al Señor.
¡Oh María, sin pecado concebida,
rogad por nosotros, rogad por nosotros,
que recurrimos a Vos!
Sacerdote: Acoge, Padre misericordioso, nuestros deseos por la intercesión de la Virgen Milagrosa, madre de tu Hijo y madre nuestra, y por Jesucristo nuestro Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN EN LA PRESENTACIÓN DE DONES
Jubilosos de poder celebrar la fiesta de María Milagrosa,
Madre de tu Hijo y madre nuestra,
te ofrecemos, Señor,
este sacrificio de alabanza
y te suplicamos que nos mantenga
en continua acción de gracias
a los que nos alegramos por tus beneficios.
Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO
- El Señor esté con vosotros
- Y con tu espíritu.
- Levantemos el corazón.
- Lo tenemos levantado hacia el Señor.
- Demos gracias al Señor nuestro Dios.
- Es justo y necesario
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos has dado en la Iglesia primitiva
un ejemplo de oración y de unidad admirables:
la Madre de Jesús, orando con los apóstoles.
La que esperó en oración la venida de Cristo
invoca al Defensor prometido con ruegos ardientes;
y quien en la encarnación de la Palabra
fue cubierta con la sombra del Espíritu,
de nuevo es colmada de gracia por el Don divino
en el nacimiento de tu nuevo pueblo.
Por eso la santísima Virgen María,
vigilante en la oración y fervorosa en la caridad,
es figura de la Iglesia
que, enriquecida con los dones del Espíritu,
aguarda expectante la segunda venida de Cristo.
Por él, los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente, gozosos en tu presencia.
Permítenos unirnos a sus voces
cantando tu alabanza:
SANTO, SANTO, SANTO…
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con el sacramento de salvación,
te rogamos, Dios de misericordia,
que, llevando la medalla y una vida digna,
seamos un día partícipes de la Gloria. Por NSJC.
0 comentarios