Novena de Navidad 2024: Camino Sinodal en Esperanza – Día 2
Oración:
Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno a él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado; suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Se reza tres veces Gloria al Padre.
Oración a la Virgen María:
Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre!, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que aguardaste para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Se reza tres veces el Avemaría.
Oración a san José:
¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre adoptivo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Padre nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre…
Oración al niño Jesús:
Acuérdate ¡oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento y por ella a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡oh Jesús, que eres la misma verdad!, venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de tu divina promesa acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.
SEGUNDO DÍA
Cristo, la luz que guía
- Signo:
Encender una vela en un espacio central. Cada miembro de la comunidad o familia puede tomar una pequeña vela de esta luz y colocarla alrededor, simbolizando la misión de llevar a Cristo al mundo.
- Texto bíblico:
“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por ella, y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron” (Juan 1, 1-5).
- Reflexión:
«Cristo es la luz de los pueblos y esta luz brilla en el rostro de la Iglesia, aunque esté marcada por la fragilidad de la condición humana y la opacidad del pecado. Recibe de Cristo el don y la responsabilidad de ser fermento eficaz de los vínculos, las relaciones y la fraternidad de la familia humana, testimoniando en el mundo el sentido y la meta de su camino. La Iglesia asume esta responsabilidad en un tiempo dominado por una concepción individualista de la felicidad y de la salvación. Su vocación y su servicio profético consisten en dar testimonio del designio de Dios de unir a toda la humanidad en libertad y comunión” (cfr: n. 20 Documento Conclusivo del Sínodo de la Sinodalidad).
Jesús es la luz que ilumina nuestro caminar y da sentido a nuestra misión. En la Navidad celebramos que esta luz no solo nos guía, sino que nos transforma, enviándonos a ser portadores de su luz en un mundo necesitado de esperanza.
Preguntas:
- ¿De qué manera ponemos a Cristo en el centro de nuestras decisiones y relaciones?
- ¿Cómo podemos ser portadores de su luz en nuestras comunidades?
Orientación práctica: Encender una vela y compartir cómo cada uno puede reflejar la luz de Cristo.
Gozos navideños:
Dulce Jesús mío, mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!
¡Oh, Adonai potente que Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte el brazo!
¡Oh, raíz sagrada de Jesé que en lo alto
presenta al orbe tu fragante nardo!
Dulcísimo Niño que has sido llamado
Lirio de los valles, Bella flor del campo.
¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas de regio palacio!
¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!
¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios.
¡Espejo sin mancha, santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño, da al mísero amparo!
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro,
De Israel anhelo Pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto
bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado!
¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo!
¡Ven, que ya María previene sus brazos,
do su niño vean, en tiempo cercanos!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!
¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos
Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!
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Fuente: https://www.corazondepaul.org/
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