“¿Pero, con quién compararé a esta generación?”

Is 48, 1-4.9-11; Sal 11; Mt 11, 16-19.

La vida cuando se vive desde la fe se hace sencilla. Cuando se confía y se acepta, pero, sobre todo, cuando se va buscado hacer la voluntad de Dios.

Quien lucha desde la fe, sabe que su lucha es victoriosa, porque no lucha sólo, sino hombro a hombro con Dios. Acepta con gusto lo venido de Dios, aunque sin comprender, muchas veces, porque sabe que Él es su Padre y quiere lo mejor para él. Desde la fe, sabe ver la mano amorosa de Dios Providencia en cada una de las diversas circunstancias de la vida. Se siente amado y cuidado por Dios. No se queja, sino que vive el momento presente con paz y confiando siempre en quien es Todopoderoso y es su creador.

Pero también cuántas veces podemos ir por la vida buscando la salvación por caminos y voluntades y quereres personales.

Señor Jesús, ¡muchas veces Tú, en persona, has venido en mis prójimos y yo te he rechazado, por no reconocerte! Ayúdame a madurar mi fe, mi amor y mi entrega, para abandonarme con entusiasmo en tus manos, para cantar cuando Tú me tocas con la flauta, y también llorar, cuando me entonas los cantos fúnebres del dolor y la enfermedad.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Elena Camacho, de la Sociedad de San Vicente de Paúl