“Vengan a mí los que están cansados y agobiados”

Is 40, 25-31; Sal 102; Mt 11, 28-30.

En el párrafo anterior a este que hoy escuchamos Jesús había elevado un himno al Padre por haber revelado su misterio a los pequeños y no a los ‘sabios’ de este mundo. Jesús contrapone al pueblo sencillo e ignorante con los que mantenían el monopolio de la doctrina y dictaban la ley, imponiendo una larga serie de prescripciones y cargas que resultaban pesadas y agobiantes. A los que se sienten agobiados y oprimidos por ese yugo, Jesús propone una relación de confianza e intimidad con Dios, a partir de la humildad y la mansedumbre. Dios no es alguien que ponga sobre los hombros cargas inútiles de cargar.

¡Vengan! dice Jesús. En cambio, los fariseos decían “hagan”. La verdadera salvación se encuentra sólo en una persona… ¡en Jesucristo! ¡ir a Él significa confiar en Él! Y esta invitación es abierta para todos aquellos que están exhaustos y abrumados por los problemas y las dificultades propias de la vida. ¿Quién no las tiene? Jesús nos libera de todas nuestras cargas. Nuestro “estar con Jesús” transforma el trabajo dándole sentido, y desde la fe, todo en la vida adquiere sentido.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Elena Camacho, de la Sociedad de San Vicente de Paúl