La inserción internacional de la SSVP: los retos de trabajar ante las Naciones Unidas
Desde su fundación en 1833 por el beato Antonio-Federico Ozanam y sus compañeros, la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP) ha buscado siempre actuar de forma eficaz y desinteresada en la lucha contra la pobreza (moral, espiritual y material) y la exclusión social.
A lo largo de los años, esta misión se ha extendido más allá de las fronteras de Francia, llegando a todos los continentes y estableciéndose en la escena internacional como una de las organizaciones caritativas más importantes del mundo. Hoy en día, la SSVP está presente en 155 países. Sin embargo, esta expansión conlleva importantes retos, especialmente a la hora de trabajar con organizaciones internacionales como las Naciones Unidas (ONU).
Desde 2011, la Sociedad de San Vicente de Paúl, a través del Consejo General Internacional, forma parte del sistema de las Naciones Unidas en diversos frentes, iniciativas y organizaciones. Somos miembros del Consejo Económico y Social (ECOSOC) en Nueva York, trabajamos con la UNESCO en París y con el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, entre otras organizaciones. Junto con la Familia Vicenciana, la SSVP forma parte de la llamada COALICIÓN VICENTINA, un esfuerzo conjunto a favor de los mismos objetivos (personas sin hogar, familias y refugiados, por ejemplo). Nuestro enfoque: la defensa de los pobres dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
La inserción de la SSVP ante la ONU representa un paso crucial para amplificar su voz y su influencia a escala mundial. Estar presente en un foro tan importante permite a la SSVP llevar a cabo su misión caritativa a un nivel más elevado, participando activamente en los debates y decisiones que afectan directamente a los más necesitados. Sin embargo, esta acción requiere adaptarse a nuevos contextos y superar diversos obstáculos, que constituyen los retos a los que se enfrenta la humanidad.
Uno de los principales retos que enfrenta la SSVP en la ONU es la necesidad de hacerse oír en un entorno lleno de organizaciones con agendas e intereses diferentes. La complejidad de los temas tratados en la ONU exige a la SSVP no solo un profundo conocimiento de las cuestiones globales, sino también la capacidad de dialogar y colaborar con otros actores, incluidos Estados, organizaciones no gubernamentales y entidades del sector privado.
Otro desafío relevante es mantener la identidad vicentina en un contexto político internacional. La SSVP necesita asegurar que su esencia de caridad cristiana y su compromiso con los más pobres no se pierdan en medio de negociaciones y debates, a menudo marcados por intereses divergentes, pragmáticos y a veces contradictorios. Esto requiere una claridad de objetivos y una firmeza de valores que guíen sus acciones y posiciones.
Además, la SSVP necesita una estructura organizativa adecuada para operar con eficacia en la ONU. Esto incluye la formación de delegados (con sede en Nueva York, París y Ginebra) capacitados para interactuar con diplomáticos, embajadores, grupos de presión y otros profesionales del ámbito internacional, así como la elaboración de estrategias que permitan a la SSVP maximizar su influencia en las decisiones y políticas mundiales. La preparación y el desarrollo continuo de estos delegados son cruciales para que la organización desempeñe un papel significativo y duradero.
La presencia de la SSVP ante la ONU implica también un esfuerzo constante de defensa de los pobres (advocacy) y de sensibilización. Es necesario conseguir que las causas defendidas por la SSVP, como la erradicación de la pobreza y la promoción de la justicia social, figuren constantemente en las agendas internacionales. Abogamos por una cultura de paz, una cultura de empatía y una cultura de solidaridad. Esta labor de defensa debe llevarse a cabo de forma continua y estratégica, implicando tanto acciones directas con los responsables de la toma de decisiones como campañas de sensibilización.
La inserción internacional de la SSVP y su trabajo ante la ONU implican, por tanto, un conjunto de retos que requieren preparación, adaptación, liderazgo y firmeza de propósito. Sin embargo, estas dificultades son también oportunidades para que la Sociedad de San Vicente de Paúl amplíe su impacto y refuerce su compromiso con los más vulnerables. Afrontando estos retos con determinación y fidelidad a sus principios, la SSVP sigue honrando su misión y contribuyendo a la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Renato Lima de Oliveira
Comisario General ante las Naciones Unidas
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