Jesús es generoso sobremanera con todos hasta el fin.  Cuantos creen en él y buscan el reino de Dios son generosos con todos también.

Quiere Jesús que seamos generosos con todos, no solo con los que queremos, los buenos o los que nos quieren. Pues nos toca ser al igual que nuestro Padre que está en los cielos; es generoso con los malos y los buenos. 

También es el más generoso de los que son generosos con todos, pues su reino es para todos. Aunque pequeño en sus comienzos, el reino de Dios llega a abarcar a todos.

Sí, en ese reino hay lugar para todos, para los judíos y los gentiles, para los hombres y las mujeres. Para las personas grandes como Jairo, un jefe de la sinagoga. Y para las personas pequeñas cual la mujer anónima con flujos de sangre. ¿No quiere decir esto que en el reino de Dios hay diversidad, equidad, inclusión?

Mas sea como fuere, lo que cuenta no es la raza, el sexo, la clase social ni la lengua, sino la fe. Lo que importa es echarnos a los pies de Jesús. Es decir, acogerlo nosotros al Enviado de Dios como nuestra última esperanza. Como el que inicia el reino de Dios y su justicia

Y hay mucho que Jairo y la mujer con flujos de sangre nos pueden enseñar sobre la fe. Ambos admiten que, al fin y al cabo, Jesús no más puede curar las enfermedades y salvar de la muerte. Él es el último recurso de ellos. Es decir, no cuentan ellos consigo mismos, sino con él. Y su fe en él los hace ver que hay curación para los enfermos, que morir es dormir no más.

¿Es nuestra fe como la de ellos? ¿No dejamos de creer en Jesús? ¿Si bien parece que hace él todo lo posible, haciéndonos pasar por tantas adversidades, para que no creamos en él?

Señor Jesús, aumenta nuestra fe para que logremos ver, sentir, en un grano de mostaza una planta lozana y frondosa en la que anidan las aves, captar también en la enfermedad la salud, en la pobreza la riqueza, en la muerte la vida. Y haz que seamos generosos con todos hasta hacernos pobres para que los demás se hagan ricos, hasta entregar nuestros cuerpos y derramar nuestra sangre. Haz que acojamos a los pequeños, sobre todo, como la hemorroísa. La sociedad no mira la pequeñez de ella, pues es mujer, y la religión la toma por no pura. Pero no cabe duda de que ella es de tus pobres que tienen la verdadera religión, la fe viva (SV.ES XI:120).

30 Junio 2024
13º Domingo de T.O. (B)
Sab 1, 13-15; 2, 23-24; 2 Cor 8, 7. 9. 13-15; Mc 5, 21-43