No te fíes de la inteligencia artificial…
En el vertiginoso mundo de la tecnología, el año 2023 ha marcado un hito crucial en el desarrollo de los programas de inteligencia artificial (IA). En los últimos años, hemos sido testigos de avances significativos que han llevado a la IA a nuevos horizontes, transformando la forma en que interactuamos con la tecnología y, en última instancia, con el mundo que nos rodea.
En el campo educativo, por ejemplo, los programas de IA (ChatGPT y otros) se han vuelto en muy poco tiempo una herramienta de consulta habitual para los estudiantes que tenían que realizar algún trabajo para el colegio, e incluso una fuente de información para investigadores y escritores.
Lo que, en principio, puede parecer un sustancial avance, también ha provocado una intensa reflexión respecto a diversos desafíos éticos y sociales relacionados con la transparencia, la equidad, la responsabilidad, el posible sesgo algorítmico y la falta de comprensión sobre cómo toman decisiones ciertos modelos de IA. La novedosa tecnología provoca también inquietud en numerosos ámbitos. A medida que los sistemas se vuelven más complejos, también lo hacen los riesgos potenciales, desde el uso malintencionado de la tecnología hasta la posibilidad de que los sistemas de IA tomen decisiones erróneas con consecuencias graves.
Sin duda con el tiempo se irán dando soluciones a todas estas cuestiones, y mejorará significativamente tanto la veracidad de los resultados como el modo en que nos relacionamos con esta tecnología. Porque, volviendo al ejemplo de una investigación en el ámbito de la escuela, la IA no puede sustituir al estudio personal y la comprensión de los datos obtenidos por fuentes contrastadas.
Pongamos un ejemplo: hemos solicitado a una IA que nos dé una breve biografía de Federico Ozanam. Esta ha sido su respuesta:
Federico Ozanam nació en Milán, Italia, el 23 de abril de 1813. Su padre era un comerciante francés que había emigrado a Italia a causa de la Revolución Francesa. Federico recibió una educación sólida en humanidades y ciencias, y a los diecisiete años se convirtió al catolicismo.
En 1831, Ozanam se trasladó a París para estudiar derecho. Allí, se unió a un grupo de estudiantes católicos que estaban preocupados por la situación de los pobres y marginados en la ciudad. En 1833, este grupo fundó la Sociedad de San Vicente de Paúl, que se dedica a la ayuda social y la evangelización.
Ozanam fue un activo miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Visitaba regularmente a los pobres y enfermos, y organizaba actividades para ayudar a los necesitados. También fue un prolífico escritor, y sus obras defendían los valores cristianos y la caridad social.
En 1841, Ozanam se casó con Amélie Soulacroix. Tuvieron dos hijos, pero Amélie murió en 1853. Ozanam quedó devastado por la muerte de su esposa, y su salud comenzó a deteriorarse. Murió en Marsella, Francia, el 8 de septiembre de 1853.
Ozanam fue beatificado por el papa Juan Pablo II en 1997. Su obra ha tenido una gran influencia en la Iglesia católica y en la sociedad en general. Es considerado un ejemplo de laicos católicos comprometidos con la caridad social y la evangelización.
Es un texto plagado de errores. Además de vaguedades y frases que merecerían matizarse, entre mentiras y medias verdades hay no menos de 5 inexactitudes o falsedades, y no pequeñas. Es un número demasiado alto para un texto tan corto.
¿Eres capaz de detectarlas? Te invitamos a que lo intentes y, después, compruebes tus aciertos desplegando el cuadro siguiente:
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Federico Ozanam nació en Milán, Italia: nació, efectivamente, en Milán, pero puede llevar a confusión el decir que era, entonces, parte de Italia. De hecho estaba entonces bajo soberanía francesa: en 1805, Napoleón transforma la República Cisalpina (de la que formaba parte Milán) en el Reino de Italia, autoproclamándose rey y nombrando virrey a Eugène de Beauharnais, a quien había acogido como hijo adoptivo tras la ejecución de su padre, Alexandre François Marie, vizconde de Beauharnais, en 1794. Eugène gobernó el Reino de Italia de 1805 a 1814.
Su padre era un comerciante francés que había emigrado a Italia a causa de la Revolución Francesa: Jean-Antoine Ozanam trabajó, efectivamente, en negocios de compra-venta y exportación de mercancías, pero a su llegada a Milán se dedicó a la traducción de textos, a impartir lecciones de matemáticas, francés, latín e italiano, y además abrió un colegio para externos y regentó un pensionado, además de dedicarse a estudiar la carrera de Medicina (posteriormente ejercería como doctor hasta el final de su vida). No es cierto que emigrase a causa de la Revolución Francesa: emigró buscando un mejor futuro para él y su familia.
…a los diecisiete años se convirtió al catolicismo: Ozanam nació en una familia de profundas convicciones católicas. Aunque en su adolescencia, entre 1826 y 1828, sufrió una crisis de fe, no renegó de sus creencias ni, por supuesto, se puede decir que «se convirtiese» a los 17 años. Como escribió su primo Henri Pessonneaux: «el pobre Ozanam sufrió durante varios años. A pesar de todo, sus convicciones católicas no se tambalearon y, en medio de la agitación de su alma, Ozanam permaneció fiel a sus piadosas costumbres».
Federico y Amélie tuvieron dos hijos: En realidad solo tuvieron una hija, Marie Josephine, que nació en 1845 y murió en 1912. Antes del nacimiento de Marie, Amélie había quedado embarazada otras dos veces, pero en ambos casos sufrió abortos espontáneos.
Amélie murió en 1853: Amélie murió en 1894, a los 73 años de edad. Por tanto, tampoco es cierto que la salud de Federico se deteriorara a raíz de la muerte de su esposa, como dice la IA. En 1846 aparecen los primeros síntomas de lo que sería una grave infección renal, que llevaría a Federico, lenta y dolorosamente, a una muerte prematura, acaecida el 8 de septiembre de 1853, en Marsella.
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