Imagina que acabas de descubrir que te has curado instantáneamente de un doloroso cáncer, o que alguien ha liquidado una antigua deuda, o que te enteras de que esperas un hijo, largamente deseado. ¿Qué habría en tu corazón y en tu mente?

Lo más probable es que inmediatamente quisieras compartir la buena noticia con aquellos que son importantes en tu vida.

Un ejercicio de reflexión… ¡imagina que acabas de resucitar! ¿Lo soltarías inmediatamente y abrazarías a aquellos con los que compartes tu vida?

Jesús en el camino de Emaús

Hasta ahora, nunca había pensado en «cómo» Jesús compartió sus noticias con los dos discípulos de Emaús. En realidad, nunca presté atención al «cómo» compartió la buena noticia en cada una de las apariciones después de su resurrección.

Entonces se me ocurrió… Jesús acaba de resucitar de entre los muertos. ¿Por qué no lo al momento, dijo cuando se reunió con ellos?

Se acercó a ellos cuando estaban de camino. Camina con ellos… escucha. Estaban conmocionados por la crucifixión y muerte de Jesús. Sus esperanzas se habían desvanecido… todo había sido en vano.

Fíjate… Jesús no se limita a decirles que vuelvan a Jerusalén. Camina con ellos en su duda y dolor. Jesús escucha primero a dos personas que van por el camino equivocado. ¿Por qué?

Entonces, y sólo entonces, Jesús les ayuda a hacer conexiones con lo que ellos conocían en su tradición… pero no entendían.

Los conocía bastante bien. Se habrían perdido la visión de conjunto. Se habrían quedado atrás agitando las ramas de palma para un rey, tal como ellos entendían a los reyes.

Haciendo conexiones con lo que les habían enseñado… pero que realmente no entendían

Así que sitúa la historia en el contexto de sus vidas y de lo que les habían enseñado desde los tiempos de Moisés. Les recuerda que les habían hablado de un siervo sufriente que entregó su vida como ejemplo de amor a los demás, incluso a los enemigos.

Empiezan a sentir que algo se agita en ellos. Sus corazones comienzan a arder en su interior… la obra del Espíritu Santo.

Mientras comparten la comida con Jesús, caen en la cuenta. Tenemos que volver a la comunidad y alegrarnos con ellos.

Tomaron la decisión de dar la vuelta, no porque Jesús se lo ordenara o dijera que sería una buena idea. Necesitaban celebrar juntos su encuentro con Jesús.

Similitudes con el proceso sinodal del papa Francisco

¿No es así como el papa Francisco busca guiar a la Iglesia en medio de nuestras vidas?

Nos convoca. Quiere que cada uno de nosotros comparta su propia confusión y escuche el dolor y las esperanzas de los demás. En medio de nuestro dolor y confusión, quiere que escuchemos al Espíritu derramado en Pentecostés.

¿Quién sabe adónde nos llevará? Cuando escuchemos, conectaremos los puntos. No se trata de nosotros ni de nuestra limitada comprensión de lo que ocurrió. Se trata de la Buena Nueva de Jesús para cada persona de hoy.

Francisco, como Jesús antes, nos insta a abrir nuestros corazones a Jesús presente hoy, especialmente a los más pequeños de nuestros hermanos y hermanas…

Nos anima a asumir lo que sabemos… pero no hemos comprendido. Somos, cada uno de nosotros, ¡hijos de Dios!

¿No se trata de eso la «sinodalidad»?

El proceso nos anima a partir el pan juntos. Jesús se encuentra con las personas allí donde se reúnen en su nombre para descubrir la visión de conjunto.

Nos reunimos para celebrar y servirnos unos a otros en memoria del «siervo sufriente» que derramó su vida, incluso por aquellos que le torturaron y mataron.

Y nosotros, en memoria suya:

• ¿Escuchamos el dolor y la confusión de los demás?
• ¿Servirnos y nos lavarnos los pies unos a otros?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk