Novena a Santa Luisa de Marillac, día 7 (6 de mayo)
Oración para todos los días:
Oh Dios, que suscitaste en el corazón de Santa Luisa de Marillac el celo por la salvación de las almas y alentaste en ella el amor hacia tu hijo Jesucristo en la persona de los más pobres, enséñanos de ella, la virtud de la humildad, la sencillez y la caridad que la caracterizaron en su obra apostólica. Danos Señor te lo pedimos un corazón como el suyo capaz de ser fieles a la vocación y con el deseo ferviente de ser constructores de familias santas entregadas al apostolado de la Iglesia, para que se pueda construir en medio de los que sufren el Reino de los cielos con justicia y caridad. Amén.
Oración a Santa Luisa de Marillac:
Santa Luisa de Marillac, esposa fiel, madre modelo, formadora, misionera y maestra. Ayúdanos a alcanzar del Señor, las mismas virtudes que alentaron tu vida para entregar por completo la nuestra al servicio de Jesucristo en la personas de los más pobres, de los enfermos y de los desamparados. En tu protección confiamos la misión de toda la familia vicentina, los trabajadores sociales y la de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que trabajan por la construcción del Reino de Dios, para que fieles al llamado de nuestro Señor Jesucristo sean agentes de la paz y la reconciliación. Amén.
Día 7: Pobreza y entrega a Cristo
De los escritos de Santa Luisa:
Que esté siempre en mi corazón el deseo de la santa pobreza, para que libre de todo, siga a Jesucristo y sirva con toda humildad y mansedumbre a mi prójimo, viviendo en obediencia y castidad toda mi vida, honrando la pobreza de Jesucristo, que Él guardó con tanta perfección. Que mi primer pensamiento, después del descanso de la noche sea para Dios, haciendo un acto de adoración, de acción de gracias y de abandono de mi voluntad en la suya santísima y con la vista puesta en mi miseria e impotencia, pediré la gracia del Espíritu Santo, en la que he de tener una gran confianza, para que se cumpla en mí su santísima voluntad, que será el único deseo de mi corazón.
Fragmento de su biografía:
Las Hijas de la Caridad aumentaban en número y fundaciones de una manera incesante. Las jóvenes encontraron en ellas una respuesta apropiada a sus necesidades. Entonces a las jóvenes pobres les era casi imposible ser religiosas, a no ser ‘legas» para el trabajo, a causa de la dote que debían llevar al convento. Pero las Hijas de la Caridad no pedían dote, pues no eran religiosas de clausura. Su vida, pobre en vivienda, en el vestido y en la comida, la ganaban con el trabajo. La Compañía de las Hijas de la Caridad era una Cofradía de Caridad, una Asociación de seglares. Se hicieron populares por las calles que eran su monasterio y las casas de los enfermos que eran su claustro. Fueron las primeras hermanas que vivían sin clausura, aprobadas por la Santa Sede. La sencillez, la cercanía al pueblo y la cordialidad con que atendían a los pobres, les ganó el corazón de la sociedad. De toda Francia llegaban jóvenes para «servir a los pobres, sus amos y señores», les decía San Vicente. Viviendo Luisa entraron alrededor de quinientas jóvenes sólo en Francia. Y de toda Francia y de Polonia las llamaban para los hospitales y las escuelas de niñas.
Gozos Santa Luisa de Marillac:
Oh Santa Luisa modelo de mujer creyente
Misionera y maestra de la caridad
Enséñanos a ser de Cristo
verdaderos signos vivientes.
Tu vida y tu amor fue Cristo;
de los pobres y desdichados
rompiste la coraza, que impedía ver
con las luces de la fe su sufrimiento
Mística y maestra de la oración,
Al Maestro con amor tú pintaste
Y al pernoctar tu santa existencia
tu misma vida fue perenne donación.
Gran devota de la Madre del Cielo,
Su inmaculada concepción proclamaste,
Con gran fe y con amor, única Madre
De la compañía nombraste.
Formadora y maestra hoy tus hijas siguen tu ejemplo
Que en estos años de grandes cambios
tu ejemplo franco y caridad sincera
sigan haciendo del prójimo verdadero templo.
Oración a la Virgen (atribuida a Santa Luisa):
Santísima Virgen, creo y confieso vuestra Santa e Inmaculada Concepción, pura y sin mancha. ¡Purísima Virgen!, por tu pureza virginal, tu Inmaculada Concepción y tu gloriosa cualidad de Madre Dios, alcánzame de tu amado Hijo: la humildad, la caridad, una gran pureza de corazón, cuerpo y espíritu, la perseverancia en mi vocación, el don de oración, una santa vida y una buena muerte
Fuente: http://www.corazondepaul.com/
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