Novena a Santa Luisa de Marillac, día 4 (3 de mayo)
Oración para todos los días:
Oh Dios, que suscitaste en el corazón de Santa Luisa de Marillac el celo por la salvación de las almas y alentaste en ella el amor hacia tu hijo Jesucristo en la persona de los más pobres, enséñanos de ella, la virtud de la humildad, la sencillez y la caridad que la caracterizaron en su obra apostólica. Danos Señor te lo pedimos un corazón como el suyo capaz de ser fieles a la vocación y con el deseo ferviente de ser constructores de familias santas entregadas al apostolado de la Iglesia, para que se pueda construir en medio de los que sufren el Reino de los cielos con justicia y caridad. Amén.
Oración a Santa Luisa de Marillac:
Santa Luisa de Marillac, esposa fiel, madre modelo, formadora, misionera y maestra. Ayúdanos a alcanzar del Señor, las mismas virtudes que alentaron tu vida para entregar por completo la nuestra al servicio de Jesucristo en la personas de los más pobres, de los enfermos y de los desamparados. En tu protección confiamos la misión de toda la familia vicentina, los trabajadores sociales y la de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que trabajan por la construcción del Reino de Dios, para que fieles al llamado de nuestro Señor Jesucristo sean agentes de la paz y la reconciliación. Amén.
Día 4: Espíritu Santo
De los escritos de Santa Luisa:
Una de las mayores pérdidas que pueden sobrevenir a las almas que no participan en la venida del Espíritu Santo es que los dones infusos en el Bautismo no tienen su efecto; lo que nos hace comprender la verdad de una advertencia de Nuestro Señor a las almas cobardes y perezosas, de que no sólo no habrán conseguido nada, sino que lo poco que tienen les será quitado. Es verdaderamente colocarnos por nuestra miseria en la impotencia de que ni siquiera la gracia haga nada en nosotras. ¡Oh! ¡Cuántas veces me he encontrado en tal estado! apartándome así del orden de los designios de Dios que son grandes sobre las almas a las que envía su Espíritu Santo.
Esto me ha hecho ver que todos los desórdenes de la vida vienen por falta de darse a Dios para recibir al Espíritu Santo; y faltando sus dones, se aprecia una sorprendente diferencia en el obrar entre las personas que están animadas por ellos y las que no lo están, cuyo obrar es terreno y fuera de razón, como tantas veces por mi miseria lo he experimentado con los desórdenes de mis sentidos y pasiones.
Fragmento de su biografía:
Las clases desatendidas: Luisa de Marillac comenzó su nueva etapa visitando a las gentes de los pueblos, tanto a las señoras que formaban parte de las Voluntarias de la Caridad y que ayudaban a los necesitados con su dinero y con su persona, como a las personas que vivían en apuros económicos. Por aquellos pueblos campesinos descubrió un panorama desolador: el pueblo pasaba hambre, frío y miseria. Entonces no había seguridad social de ninguna clase y por lo común el estado abandonaba a los pobres a su suerte. En general vivían al día y, si las cosechas eran malas dos años seguidos, quedaban endeudados, terminando vendiendo lo poco que tenían. Al entrar Francia en la guerra de los Treinta Años, los impuestos, que pagaban los campesinos casi exclusivamente, llegaron a multiplicarse por cien. Por otro lado la medicina estaba atrasada y los remedios más comunes eran sangrías y lavativas. Ir al hospital era difícil porque únicamente existían en las ciudades y, donde había, cada cama acogía a dos o tres enfermos. Al quedar en sus casas no era raro que no tuvieran a nadie para que les cuidara. Eran escasos los pueblos en los que había escuelas; lo común eran los maestros ambulantes que, por un poco de dinero, enseñaban a los hijos de los campesinos, con la peculiaridad de que estaban prohibidas las escuelas mixtas. Ante esta situación, los padres no escolarizaban a sus hijos por no poder pagar o porque los necesitaban para el trabajo desde niños o porque no tenían ilusión, ya que sus hijos siempre serían pobres, o enviaban a los hijos varones y no a las chicas que se quedaban atendiendo a sus hermanos y haciendo las faenas caseras. Esto en el supuesto de que hubiera escuelas para niñas, lo que era muy raro.
Este es el panorama que descubrió horrorizada Luisa de Marillac. Eran los signos de los tiempos. La sensibilidad de los dos santos descubrieron las necesidades más urgentes de la sociedad de los pobres y se esforzaron en remediarla. Bajo la dirección de Vicente de Paúl, Luisa se dedicó a organizar y a ejecutar. En 1633 fundaron una asociación de mujeres, por lo general pertenecientes a familias sencillas, que el pueblo llamó Hijas de la Caridad por la labor de amor sacrificado que hacían.
Gozos Santa Luisa de Marillac:
Oh Santa Luisa modelo de mujer creyente
Misionera y maestra de la caridad
Enséñanos a ser de Cristo
verdaderos signos vivientes.
Tu vida y tu amor fue Cristo;
de los pobres y desdichados
rompiste la coraza, que impedía ver
con las luces de la fe su sufrimiento
Mística y maestra de la oración,
Al Maestro con amor tú pintaste
Y al pernoctar tu santa existencia
tu misma vida fue perenne donación.
Gran devota de la Madre del Cielo,
Su inmaculada concepción proclamaste,
Con gran fe y con amor, única Madre
De la compañía nombraste.
Formadora y maestra hoy tus hijas siguen tu ejemplo
Que en estos años de grandes cambios
tu ejemplo franco y caridad sincera
sigan haciendo del prójimo verdadero templo.
Oración a la Virgen (atribuida a Santa Luisa):
Santísima Virgen, creo y confieso vuestra Santa e Inmaculada Concepción, pura y sin mancha. ¡Purísima Virgen!, por tu pureza virginal, tu Inmaculada Concepción y tu gloriosa cualidad de Madre Dios, alcánzame de tu amado Hijo: la humildad, la caridad, una gran pureza de corazón, cuerpo y espíritu, la perseverancia en mi vocación, el don de oración, una santa vida y una buena muerte
Fuente: http://www.corazondepaul.com/
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