Revelar o velar el verdadero rostro de Dios
Jesús se alimenta con hacer lo que quiere el Padre y llevar acabo su obra. Guarda así la verdadera religión; no puede sino revelar el verdadero rostro de Dios.
Los que creemos en Dios podemos tener parte en velar, en vez de revelar, su verdadero rostro (GS 19). Y, por supuesto, de varias formas nos hacemos culpables al respecto.
La culpa la tenemos cuando hablamos del juicio de Dios y no decimos que la compasión triunfa sobre el juicio. Lo que quiere decir que nos olvidamos también de que lo propio de Dios es la compasión (SV.ES XI:253). De que Dios no se complace en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva. Cierto, hablar del castigo eterno en un lago de fuego y azufre puede infundir miedo en las gentes. Pero también las puede llevar a creer que Dios es severo y justiciero.
Y dejamos de revelar el verdadero rostro de Dios cuando hacemos lo que los hipócritas. Disfrazan de religión, celo y observancia estricta su sed o hambre de poder, dinero y honor, su arribismo, su clericalismo.
Revelar el verdadero rostro de Dios
También velamos el verdadero rostro Dios al servirnos de la religión para pelearnos unos con otros. No, no solo los de Judea y los de Samaria se pelean unos con otros en nombre de la religión. Esto lo hacemos también los cristianos. Pero no nos lo permite el que no puede sino revelar el verdadero rostro de Dios.
Jesús, después de todo, es «el gran constructor de puentes», el solo Pontífice máximo. Nos enseña que Dios es un Padre bueno que ama a todos sus hijos e hijas, a los buenos y a los malos.
Dios, por lo tanto, es de todos, no solo de los de Judea o de los de Samaria. Es por eso que nos hemos de salir de nuestros sistemas de religión cerrados, de nuestros ritos y modos de culto. Tenemos que darle culto al Padre en espíritu y verdad. Es decir, la religión de Jesús ha de ser nuestra religión.
Nuestro Maestro se deja llevar por el Espíritu Santo que lo impulsa a pasar haciendo el bien. No, no cabe duda de que sus dos grandes virtudes son la religión para con el Padre y la caridad para con los hombres (SV.ES VI:370).
Y quiere Jesús, sí, que sus discípulos seamos uno como lo son él y su Padre. Es por eso que nos invita a comer de un solo pan y beber de una sola copa. Nos llama a acudir a él, que es también el don de Dios, el agua viva, el Salvador del mundo.
Señor Jesús, nos cansamos del camino y de las durezas que pasamos. Danos la fuerza necesaria para que nuestra obra sea pareja a la tuya al procurar nosotros revelar el verdadero rostro de Dios.
12 Marzo 2023
3º Domingo de Cuaresma (A)
Éx 17, 3-7; Rom 5, 1-2. 5-8; Jn 4, 5-42
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