Manifestaciones de gloria (Isaías 49,3)
De vez en cuando, al leer las Escrituras, algo se ilumina, y salta al tiempo y al lugar presentes. Una línea de Isaías hizo eso, me abrió a algo que, por su obviedad, es fácil pasar por alto. Y es el significado de estas palabras de Yahvé: «Vosotros sois aquellos a través de los cuales muestro mi gloria».
¿Cuál es esa gloria que menciona el profeta? La respuesta corta es el propio Ser de Dios, la presencia de Dios, todas esas señales de la cercanía divina, las múltiples aperturas a la proximidad de Dios en el aquí y ahora.
Una ubicación obvia de nuestro Dios Creador es la creación divina, el poder y el asombro del mundo que nos rodea, así como las amenazas a su belleza y generosidad. El papa Francisco ha sido especialmente insistente —y gráfico— a la hora de describir la mano de Dios que se manifiesta en el mundo natural.
Pero las palabras de Isaías sitúan la gloria de Dios en un lugar aún más cercano, que está dentro de la experiencia vivida por cada uno de nosotros. Yahvé declara: «Vosotros, pueblo mío, sois aquellos a través de los cuales muestro mi gloria». O parafraseando: «Vosotros sois las ventanas a través de las cuales irradio mi luz. Es a través de vosotros, pueblo mío, como vengo a este mundo, llevado por vuestras acciones y actitudes. Mi luz, que todo lo abunda, brilla a través de todas vuestras pequeñas luces, especialmente en las opciones generosas que hacéis y en la buena voluntad que mostráis los unos hacia los otros».
Buscando destellos de la gloria de Dios en la vida humana, podemos encontrar casos en los que la hemos visto aparecer, en los que hemos sido testigos de algo de ella. Cosas como una palabra tranquilizadora pronunciada en el instante en que se necesitaba; una verdad olvidada, dicha con valentía, que cortó la oscuridad circundante; una abnegación por parte de alguien que se extendió más allá de lo que creíamos que era la capacidad del individuo.
Isaías nos dice que abramos los ojos a las diversas apariciones de Dios en el curso de una vida humana. Sin duda, los acontecimientos en las biografías de los que conocemos como los Santos han hecho brillar esa gloria divina. Pero lo más común es que las pequeñas y grandes cosas de nuestras interacciones cotidianas hagan lo mismo, si tenemos los ojos para verlas. La bondad, el sacrificio adecuado, la perseverancia, el perdón, los pensamientos y acciones que inspiran, la belleza que perdura… todo esto y más irradia la presencia divina.
Volvemos a la expresión de Dios pronunciada a través de su profeta Isaías: «Vosotros, pueblo mío, sois aquellos a través de los cuales muestro mi gloria». Vosotros sois los que irradiáis mi luz. Sois presencias personales a través de las cuales mi propio Ser toca este mundo».
Una frase, bastante simple, pero llena de significado para todos nosotros y especialmente para todos los que seguiríamos a Vicente: «Vosotros, pueblo mío, sois aquellos a través de los cuales muestro mi gloria».
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