Sol de justicia que salva y sana
Jesús es el sol de justicia que nos ilumina a los que vivimos en tiniebla y sombra de muerte.
Los ucranianos sufren mucho a causa de la guerra. Y aún más dura se les hace la vida a millones. Pues se ven sumidos en el frío y la oscuridad; gracias al sol que les da calor y luz. Es que la tercera parte de las infraestructuras eléctricas del país han sido atacadas y destruidas.
Pero los ucranianos, al igual que nosotros, dan gracias sobre todo al Padre que está en el cielo. Hace él salir su sol sobre malos y buenos. Oye, desde luego, los gritos de los que sufren. Ayuda, por lo tanto, a los empujados por las fuerzas enemigas que los buscan derribar. Él es la fuerza, la energía y la salvación de ellos; quebranta él las guerras. Dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman.
Sol de justicia
Y se necesita el sol de justicia para que se les dé calor a los fríos e indiferentes. Pues no les importa a no pocos la verdad. Hay necesidad también del sol a fin de que se les alumbre a los que viven en la oscuridad. Es que la codicia ciega a muchos; no pueden ver las causas de la guerra ni distinguir el bien del mal.
Necesitamos a Jesús, sí, para que nos recuerde que todo lo humano es caduco. Para que nos advierta también que todo lugar que no acoja el reino de Dios se condenará a la ruina.
Y para que no nos engañemos «en momentos de crisis, desconcierto y confusión». Es que en esos momentos más fácilmente nos dejamos arrastrar por enseñanzas extrañas (véase 2 Tim 4, 3-4; Heb 13, 9). Hasta llegar a creer quizá que esperar al Señor quiere decir ocuparnos en no hacer nada.
Pero lo decisivo, sí, es ser fiel a él y a su Buena Noticia. Él nos ayudará a no tener pánico y a leer con acierto las señales de los tiempos. Nos dará palabras y sabiduría. Y con su ayuda, nos quedará claro que los momentos duros serán ocasión de dar testimonio de él con paciencia. Captaremos también que la Buena Noticia no es motivo de vergüenza; es poder de Dios para la salvación.
Y, sobre todo, Jesús nos hará ver que apenas se puede hacer el bien sin conflictos (SV.ES I:143). Pero se nos dará a conocer también que la herida quiere decir la sanación. Que perder la vida, por el reino de Dios y su justicia, es ganarla. Que entregar el cuerpo y derramar la sangre quiere decir vida para el que lo hace y para los que comulgan con él.
Señor Jesús, sol de justicia, haz brillar sobre nosotros tus rayos que nos sanen los corazones, lastimados por el odio y la envidia.
13 Noviembre 2022
33º Domingo de T.O. (C)
Mal 3,19-20a; 2 Tes 3, 7-12; Lc 21, 5-19
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