Evangelio y Vida para el 9 de noviembre de 2022
“No conviertan la casa de mi Padre en un mercado”
1 Cor 3, 9-11. 16-17; Sal 45; Jn 2, 13-22.
Un lugar donde se intercambian mercancías es un mercado, mientras que un templo es un lugar de encuentro con nuestro creador y Padre; son cosas muy diferentes. Pero nosotros los católicos muchas veces hacemos de nuestros templos un mercado: “Si me curas a mi enfermo, haré tal manda”, “si me consigues este trabajo, peregrinaré a tal santuario”. A Jesús no le gusta eso, Él quiere que el templo sea una casa de oración en la que le platiquemos a Dios nuestras necesidades y las dejemos en sus manos “para que haga su voluntad”.
Y no solo eso, también quiere que el templo sea un lugar de encuentro y comunión entre los hermanos. Después de la resurrección, el pueblo de Dios se reúne, como piedras vivas, en torno al cuerpo de Jesús presente en la Hostia Consagrada, y así se va formando el nuevo templo en el que se rinde culto a Dios “en espíritu y en verdad”.
Si en nuestras familias el centro es Jesús, nuestros hogares también serán templo de Dios, iglesias domésticas. Si nuestra vida está centrada en Cristo, seremos dignos templos del Espíritu Santo.
Que nuestra vida sea lugar de encuentro y no causa de división.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alfredo García Rendón
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