Evangelio y Vida para el 30 de septiembre de 2022
“¡Ay de ti!”
Job 38, 1. 12-21; 40, 3-5; Sal 138; Lc 10, 13-16.
El reproche de Jesús no se dirigía solo a Corozaín y Betsaida, dos poblados privilegiados en los que se efectuaron cientos de milagros. Se dirige a todos aquellos que han presenciado un milagro y han permanecido inertes. Si aquí o allá se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti hace tiempo, se hubieran convertido.
¡Los milagros que se han hecho en ti! ¿Alguna vez has pensado en eso? Esos milagros son cosas sorprendentes e inexplicables, eso que revela y manifiesta a Dios en la vida de las personas. ¿Cuáles serán esos tus milagros? ¿Serán tus ojos o tu sonrisa? ¿Tu salud? ¿Tu familia? ¿Tu posición económica? ¿La obra a la que te entregas? Sin duda tu misma vida es un milagro y, más aún, lo es el hecho de que sigas en pie, a pesar de todo.
Para comprender el milagro es necesario adentrarse al misterio que lo envuelve, se necesita un poco de intuición para descubrir algo más allá de lo que se percibe a simple vista, reconociendo que hay una fuerza detrás, un impulso vital.
Quien ha presenciado el misterio se introduce al corazón de Dios y no permanece como antes.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Carlos Regino Villalobos E. C.M.
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