Desde hace quizá dos años esta confraternidad compuesta por hombres y mujeres seguidores de San Vicente de Paúl, nos venimos reuniendo cada martes a las 3 de la tarde hora C.A., durante una hora, para reflexionar y comentar la palabra de Dios, en otras palabras la lectio divina del siguiente domingo. Realmente sentimos que Dios se nos revela y nos enseña a través de las reflexiones de cada uno de nosotros y cómo vamos contando y experimentando el mensaje de Jesús con las experiencias personales que compartimos. Aparte, nos hemos vuelto solidarios unos con otros, en las buenas y en las malas.

¡Los invitamos a unirse a este enriquecedor conversatorio y fortalecer nuestra fe!

Para este domingo, 10 de julio, tendremos al Evangelio de Lucas 10, 25-37 con la Parábola del Samaritano. Una de las parábolas preferidas por muchos porque de alguna manera nos identificamos con los personajes y porque nos muestra a un Jesús misericordioso, compasivo, caritativo y solidario.

¡ANDA Y HAZ TÚ LO MISMO! ¿Con quién nos identificamos? ¿Con el levita, el sacerdote o el samaritano? Amar al prójimo no es muy fácil porque requiere darse a los demás sin ninguna distinción. Quererlos a todos sin preferir a nadie. Es difícil más no imposible. Ponerse en el lugar del otro y tratar de sentir lo que nuestro hermano siente en ese momento es el motor que impulsa el sentido del deber y pone en marcha la vocación de ayudar. Dios nos ha dado el ejemplo al vivir su propia doctrina: «no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos», pero Él no la dio solo por sus amigos, sino también por sus enemigos, y muchos santos han hecho lo mismo.

¿Cuál es el mensaje que nos deja la parábola del buen samaritano?

La parábola es narrada por el propio Jesús a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son las virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y la santidad. Enseña también que cumplir el espíritu de la ley, el amor, es mucho más importante que cumplir la letra de la ley.

¿Cuál es la finalidad de esta parábola?

Las parábolas son figuras de comparación extendidas que a menudo utilizan historias cortas para enseñar una verdad o responder a una pregunta. Aunque la historia de una parábola no es histórica, es fiel a la vida, no es un cuento de hadas.

¿Con qué personaje nos identificamos más? ¿Hemos actuado alguna vez como el sacerdote o el levita? ¿nos caracterizamos por no mirar de dónde ni cómo es el otro sino por ayudar y ya está?

El papa Francisco, predicando sobre esta lectura, dijo: “El sacerdote y el levita ven, pero ignoran: miran, pero no se ofrecen a ayudar. Sin embargo, no hay verdadera adoración si no se traslada al servicio del prójimo. No permitas que nos olvidemos de esto: ante el sufrimiento de tanta gente exhausta por el hambre, la violencia y la injusticia, no podemos permanecer como espectadores”.

Señor, mientras camino a través de cada día, dame ojos para ver a mis hermanos y hermanas marginalizados. Dame un corazón que te ame, estando presente en los rostros de los demás. Dame las manos para ayudar, como también los labios para orar.

SI QUISIERAS UNIRTE A ESTA OPORTUNIDAD TAN VALIOSA… Y SER MIEMBRO DE ALGUNA DE NUESTRAS CONFRATERNIDADES DE REFLEXION BIBLICA VICENTINA… PUEDES ENVIAR UN CORREO A NUESTRA COORDINADORA Y ELEGIR LA LENGUA Y FECHA DE TU CONVENIENCIA.

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Por: Yolanda Sett
AIC Guatemala