Distintivo de los discípulos de Cristo
Jesús es la prueba de que Dios nos ama. Enviado por él, nos enseña a amar. Hace del amor el distintivo cristiano y el medio de salvación.
Sale Judas para llevar a pleno cabo la traición. Y esa salida traidora es un signo distintivo de que ya ha llegado la hora de Jesús.
De hecho, bien claro dice el Maestro a sus discípulos que ya no estará con ellos por mucho tiempo. Y hace poco ha hablado él también de su gloria, la que quiere decir su muerte (Jn 12, 23-24. 32-33). Su gloria, es decir, lo que le hace sobresalir por lo que él tiene de encomiable, es su muerte en la cruz. Pues en la cruz, sobresale él y atrae las miradas y la admiración por su amor hasta el extremo.
Queda claro, sí, que se despide Jesús de sus discípulos. Y cual un padre que está a punto de morir, les habla él con cariño, y hace testamento.
Es por eso que los llama hijos suyos. Les manifiesta también su último deseo. Y se lo plantea él como un mandamiento nuevo: que se amen ellos unos a otros como él los ha amado. Tal amor será su distintivo; por ese amor se conocerán ellos como discípulos suyos.
Nuestro distintivo y medio por el que nos salvamos: amor práctico, inventivo y abnegado
Se nos conoce a nosotros como cristianos no tanto por decir que amamos cuanto por hacer obras de amor. Es decir, el amor tiene que ver más con las obras que con las palabras (SV.ES XI:733). Nada valdrán nuestras declaraciones de amor si no las ponemos en práctica; obras son amores y no buenas razones (1 Jn 3, 18).
Pero para asegurar que amemos de verdad, nos basta, en primer lugar, con escuchar la Buena Noticia de Jesús. Y, en segundo lugar, con seguir su ejemplo.
Pasa él por todas partes para hacer el bien (Hch 10, 38). Predica, cura las enfermedades y las dolencias de la gente (Mt 4, 23). Esto, sí, es un rasgo distintivo de él. Después de todo, él busca primero el reino y la justicia de Dios. Quiere él un mundo ajustado a la voluntad de Dios, es decir, un mundo más justo, más veraz, más solidario. Un mundo más digno de los hombres y las mujeres, creados a imagen de Dios.
Y amar de modo práctico como Jesús quiere decir también salvarnos de los males, de los frutos malos, que da el egoísmo. Es palpar y saborear aun en la tierra qué bueno es Dios que acampa entre nosotros.
Pero hacemos frente aún a muchos males antes de entrar en el reino de Dios. Nuestro amor, por lo tanto, ha de ser tan inventivo también como el del Maestro (SV.ES XI:65). Y tan abnegado hasta el extremo, hasta la entrega del cuerpo y el derramamiento de la sangre. ¿Querrá decir esto que hay que tener la Buena Noticia en una mano y el periódico en la otra?
Señor Jesús, derrama sobre nosotros tu Espíritu que hace nuevas a todas las cosas. Déjale hacernos a nosotros fieles testigos del amor que es el distintivo de los que te siguen.
15 Mayo 2022
5º Domingo de Pascua (C)
Hch 14, 21-27; Apoc 21, 1-5a; Jn 13, 31-33a. 34-35
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