Evangelio y Vida para el 2 de marzo de 2022
“Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”
Jl 2, 12-18; Sal 50; 2 Cor 5, 20-6, 2; Mt 6, 1-6. 16-18.
Tenemos ganas de probarlo todo, aún a costa de pisar la palabra dada y de recorrer caminos prohibidos. Una sed inmensa se apodera de nosotros y nos devora. Como al Hijo Pródigo, hay algo que nos llama y nos solicita que salgamos de casa hacia tierras lejanas.
Nos gusta, Señor, hacer nuestra voluntad, hasta que descubrimos que nuestras manos se vacían poco a poco y se llenan de barro del camino.
No somos infinitos, aunque tenemos sed de infinito. La tierra, el polvo, la ceniza nos recuerdan lo que somos, lo que seremos.
Miércoles de ceniza: hora de volver a casa desde el país donde ya no hay alimento que pueda saciar nuestra hambre.
Miércoles de ceniza: hora de pensar lo corto que es nuestro tiempo y lo largo que es el camino.
Miércoles de ceniza: hora de inclinar la cabeza hasta el suelo y leer el mensaje escrito en la tierra.
Miércoles de Ceniza, hora de preguntarse: ¿Ya estás en la luz? ¿Ya has abierto los ojos?
Un poco de ceniza en el rostro te puede poner en el camino de la verdad.
No hay camino fuera de Dios. (Autor anónimo).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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