Evangelio y Vida para el 27 de febrero de 2022
“¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?”
Sir 27, 5-8; Sal 91; 1 Cor 15, 54-58; Lc 6, 39-45.
Como hemos venido reflexionando, lo que Dios quiere es que todos seamos“discípulos”, aprendices de Jesús. Es Él quien lo sabe todo, pero no se lo guarda egoístamente, lo comparte con ellos. Mas, por mucho que sepa un discípulo, nunca podrá presumir de saber más que Jesús. Por eso es un verdadero atrevimiento querer suplantar la sabiduría de Cristo con las propias palabras del discípulo.
De esta gran verdad Jesús pasa a proponernos un examen de conciencia. Cómo nos presentamos ante el hermano: ¿como iguales, como pecadores en un humilde aprendizaje, o como maestros y dirigentes? ¿Nos arrogamos aires de superioridad, de ser mejores?
¿Nos atrevemos a corregir a los otros sin haber superado nuestros propios fallos?
La postura de Jesús es firme: no podemos fingir las virtudes y los valores que conlleva el seguimiento de Jesucristo, de lo contrario seremos como el guía ciego que, al conducir a otros, se los lleva al hoyo.¿Cuántos ejemplos tenemos de esto? Muchos. Dios nos dé la convicción de que el seguimiento supone radicalidad: hundir en Cristo nuestras raíces para poder dar el fruto que Dios espera de nosotros. Y si lo damos, no presumamos, sólo habremos hecho lo que tenemos que hacer.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Aarón Gutiérrez Nava C.M.
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