“Dios salva al que cumple su voluntad”

1 Mac 2, 15-29; Sal 49; Lc 19, 41-44.

“¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz!” Ésta es una expresión que brota de lo más profundo del corazón de Jesús. Surge al mirar a la ciudad de Jerusalén, al templo, a la comunidad, a la cultura, al pueblo elegido, que no ve ni oye, que no es consciente de la distinguida presencia, de la dignidad del enviado de Dios en medio de ellos.

“Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos” porque mientras el hombre siga viviendo para sí mismo, para las cosas del mundo y nunca tenga tiempo para conocer al Dios que le creó y le da vida, estará destinado a su propia destrucción. Se olvida que polvo es y en polvo se convertirá, y que de este mundo nada se ha de llevar. Jesús nos invita a reflexionar sobre la forma en que vivimos cada día y sobre la calidad de vida que llevamos. ¿Qué tan abierto estoy ante la presencia de Dios en mi vida? ¿Qué tanto acepto el mensaje de salvación al ponerlo en práctica y permitiendo que mi vida sea reflejo de mi fe en Cristo Jesús por amor a Dios Padre?

Pidamos que su providencia nos fortalezca, que su Espíritu Santo ilumine nuestro entendimiento para conocerle y amarle siempre y en todo lugar, haciendo obras que agraden a Dios, para bien nuestro y del prójimo.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México