“Jesús reunió a los doce”

Esd 9, 5-9; Tob 13; Lc 9, 1-6.

El Evangelio de hoy nos muestra cuál es el impulso con el que el Espíritu de Dios ilumina las mentes y dispone los corazones para dar testimonio de vida evangélica y proclamar el Reino de Dios, asistiendo las necesidades de los hermanos.

Jesús les da poder y autoridad a los apóstoles; dicho poder nace del mismo Dios y su compromiso con el ser humano; del Dios que, en Cristo, ha hecho una opción clara y decidida por los más vulnerables de nuestra sociedad. Así, la misión de los discípulos es hacer la misma opción que Jesús. Conscientes de ello, la mayor labor nuestra deberá ser el tratar de ayudar a los demás a salir adelante. Llevar a cabo esta misión conlleva seguir ciertas instrucciones del Maestro: ir ligeros de equipaje, confiar en la acogida de las personas, dejar de merodear de un lugar a otro y, en caso de que no se nos acoja, con la misma serenidad con la que se llegó, partir para otro lugar.

La misión ya no es sólo del Maestro, la misión se ha de llevar a cabo entre todos, hemos de anunciarla en comunidad, testimoniando que Dios es Padre y nosotros somos verdaderos hermanos. La hospitalidad, el compartir, la acogida de los excluidos, manifiestan que el Reino de Dios ya está aquí, entre nosotros.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: César Lara Rincón C.M