La violencia estructural y económica como alimento de la pobreza medioambiental
La violencia estructural y económica como alimento de la pobreza medioambiental; a propósito del proyecto Dominga
La acelerada necesidad de compartir un desarrollo económico y la búsqueda del progreso en la región y en nuestros pueblos pone en medio del debate público, la manera en que se debe conseguir este desarrollo y pone de manifiesto los parámetros éticos que se desprenden de esta acción y su vinculación con el medio ambiente y los territorios. Hoy también la nueva pobreza medioambiental es también parte del clamor de la tierra y de los pobres, como consecuencia relacional de la ley del más fuerte, que pisa al más débil con tal de conseguir su objetivo.
Hoy la violencia económica y estructural, ha generado la mayor desigualdad social y territorial en dichas zonas de sacrificio, incluida la violencia hacia la biodiversidad y los ecosistemas, sin contar con el potencial deterioro de la flora y fauna del lugar, como las especies endémicas y la extinción de hábitats naturales y lugares de conservación para especies. Este pecado ecológico del ecocidio no nos puede mantener indiferentes, no puede dejarnos en un estado de absoluta complicidad, ya que somos la generación que tendrá que dejarles a los demás, un futuro mejor y un mejor planeta a los nuestros y a las comunidades. Este pecado social, hace una escisión entre la búsqueda de la justicia ambiental y la sana convivencia que no se inquieta por nada ni por nadie.
No se trata de obtener desarrollo a cualquier precio. Podemos recordar algunos datos de la zona en cuestión que nos ayudan a cuidar la Casa Común. El proyecto minero, portuario y desalinizadora Dominga quiere intervenir en la zona de mayor biodiversidad del país en la Región de Coquimbo, generando una ingeniería de inmersión en el territorio con un gran generación de empleos, pero la mayor vulnerabilidad será acabar con la zona y hábitats naturales de ballenas, delfines, lobos marinos, chungungos, como también la riqueza de las especies de peces y algas y la gran concentración de la población de Pinguinos de Humboldt, endémicos, que tiene como hábitats, islas donde se realiza conservación, además de la flora y fauna, como los diferentes ecosistemas de todo el territorio señalado.
Por eso hoy, se hace más que nunca necesario entablar una forma de bien común con acento en el desarrollo integral de nuestros territorios con enfoque en el respeto a la biodiversidad y al entorno amable donde se pueda privilegiar como santuario de la Naturaleza. No da lo mismo, que se apruebe o no el proyecto Dominga, por eso hoy queremos con fuerza, poner todo de nuestra parte para que se proteja, se visibilice la riqueza de los ecosistemas y los entornos, junto a comprometernos en el cuidado de los océanos y la riqueza del medio ambiente.
No se puede hipotecar el futuro de este espacio que es único en nuestro país, a las nuevas generaciones; tenemos la oportunidad maravillosa de ser la generación que rescate y cuide para siempre, junto a todos los habitantes de esos sectores, un patrimonio biodiverso para nuestra naturaleza. El verdadero desarrollo y progreso económico tiene un elemento que es humanizador y diría yo, también un elemento de corresponsabilidad natural, ante el peligro que uno de los ecosistemas marinos más fértiles como son las aguas costeras donde se sitúan las reservas marinas de Islas Choros, Isla Damas, Isla Chañaral y la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, de reconocimiento en todo el planeta. Por eso les invito a orar juntos para que este proyecto no se apruebe, por el tremendo impacto que producirá en la vida de los habitantes de la zona y en toda la riqueza marina y biodiversa, como los ecosistemas y entornos naturales. También tenemos que presionar para que la voz de los que siempre se les oculta o presiona, pueda sentirse y escucharse con libertad, además de impulsar y crear una cultura donde todos nos sintamos corresponsables de lo que significa tomar postura por una causa del Reino, la justicia y el amor por nuestra casa Común.
Reafirmando junto al Papa Francisco llamamos la atención: “Estamos asistiendo a una nueva atención y compromiso por parte de muchos estados y actores no gubernamentales: autoridades locales, sector privado, sociedad civil, jóvenes… Esfuerzos destinados a promover lo que podríamos llamar «ecología integral» que es un concepto complejo y multidimensional: exige una visión a largo plazo; pone de relieve la inseparabilidad de la preocupación por la naturaleza, la justicia hacia los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior. Hace que cada uno de nosotros sea consciente de su responsabilidad como ser humano hacia sí mismo, hacia el prójimo, hacia la creación y hacia el Creador”
“No puede haber verdadera caridad, sino va acompañada de justicia” (San Vicente de Paúl).
P. Álvaro Tamblay,
Sacerdote Misionero Vicentino,
La Serena
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