Teología de la Migración. Un Dios en movimiento
El domingo 18 de julio, nuestra Confraternidad de Vicentinos en La Frontera/Diáspora, presentó el Webinar “La Vía Sacra de la Migración desde América Latina”. Durante la organización del Webinar, pensabámos en el título que le daríamos y en la búsqueda de quiénes podrían desarrollar los temas, desde la experiencia. Tuvimos la fortuna de encontrarnos con grandes y valiosas experiencias de vocación de servicio, a lo largo de América Latina. Nos encontramos con Hijas de La Caridad, con laicos comprometidos, trabajando por amor a los migrantes y a los más necesitados, tanto en asistencia como en transformación de realidades.
A partir de hoy, compartiremos, a través de esta página, cada una de esas maravillosas experiencias compartidas en el Webinar.
Teología de la Migración. Un Dios en movimiento
Quisiera comenzar mi presentación con una frase del Padre Dan Goody:
“Migración no es solamente una cuestión política si no una Espiritual. Para bregar con la raíz del problema, uno tiene que conectar la mente y el corazón. Ellos son nosotros. Si no tenemos el corazón de ver en los migrantes uno de nosotros, entonces hemos deportado nuestras almas”.
La palabra teología, está compuesta de dos palabras griegas “Theos” que significa Dios y “logos” que quiere decir estudio. La teología es la ciencia que estudia las características de la Divinidad y sus propiedades. Por eso me gustó el título de nuestro “webinar”: “La Vía Sacra desde América Latina” porque la inmigración tiene carácter Divino. Dios nos ha constituido un pueblo en movimiento en migración. Todos somos inmigrantes. Es la tendencia de la humanidad, del universo entero.
Vemos como las estrellas fugaces se disparan de un lado a otro, el sistema solar donde los planetas giran alrededor del sol. Los animales, los insectos migran distancias en el invierno. Algunos hasta almacenan y se pasan gran parte del año recogiendo. Las aves vuelan largas travesías. El hombre y la mujer no estamos exentos, desde nuestra concepción, surge lo que yo llamo una migración de células que van formando un cuerpo que está lleno de órganos que por sus funciones se encuentran en movimiento.
La teología de la migración tiene tres características básicas:
- Dios mismo cruza la frontera de la Divinidad a nuestra humanidad. Por eso la teología de migración resalta la dignidad humana ante la división inhumana que nos separa.
- Dios se hace hombre por amor y no se deja limitar por las políticas públicas y las leyes para encontrarse con los excluidos; el pecador, el cobrador de impuestos, la prostituta, el extranjero en fin con los Pobres. (Pasaje del evangelio, Jesús con la Samaritana).
- Dios cruza esa división humana de las barreras raciales, religiosas, políticas, económicas y sociales que hemos construido para fomentar la solidaridad que nos constituye en una sola familia con Jesucristo, hijos de Dios, herederos del Reino.
Dios se alegra de un vicentino que viva en la incomodidad de propagar la justicia por los marginados. Un vicentino que se sienta con los excluidos primero que nada para escucharlos para ver, juzgar y sobre todo para actuar. Resuenan los cuatro verbos que nos lanza el Papa Francisco: Acoger, Proteger, promover e integrar. En su último mensaje para el Día Mundial de la Migración añade estos otros verbos: “Conocer para comprender, prójimos o próximos para servir, reconciliarse y escuchar, crecer y compartir, involucrar para promover y colaborar. Verbos que nos invitan a migrar de nuestra mente al corazón y a la acción.
Dios también nos invita constantemente a salir de nuestra tierra. Esta invitación de Dios es también en el plano interno, la tierra del alma o el alma de la tierra. Es una llamada a la conversión personal a dejar atrás y hacer una migración interior. La ruptura con la vida en la obscuridad que huele mal, como Lázaro en la tumba a una vida en la luz que alumbre a todos en casa. El alma es lugar de cultivo, de crecimiento, de movimiento. Es un alma que quiere llegar que anhela ese encuentro con Dios.
Somos seres en busca de refugio, un lugar. “Señor Tú has sido nuestro refugio de generación en generación” dice el Salmo 89. “Mi alma está inquieta hasta que descanse en ti” decía San Agustín. Tenemos un alma en búsqueda llena de anhelos, de sueños, insaciable…sólo Dios puede llenarnos y darnos lo que necesitamos.
La historia de la Salvación es una de inmigración. En el Antiguo Testamento, la Antigua Alianza, vemos un Dios en acción. Crea al mundo, al hombre y la mujer. Adán y Eva son expulsados del paraíso por su pecado. Caín mató a su hermano por celos y se convirtió en un fugitivo perpetuo, “un indocumentado”. Noé huye en el arca por desastres naturales, como nuestros hermanos de Honduras, por las inundaciones y otros por el cambio climático. Dios le dice a Abraham “Sal de tu tierra”. Abraham y Sara peregrinos en la tierra de Canaán. Lo mismo Isaac, Rebecca y Jacob. Moisés acompaña al pueblo de Israel por el desierto, un pueblo en exilio hacia la tierra deseada. Moisés es el migrante que se queda y sólo ve de lejos, desde la frontera, la tierra de sus luchas.
Los migrantes son los sin rostro, sin nombre, sin poder que, en el Antiguo Testamento, se nos exhorta a tratar con dignidad. Lo vemos en Éxodo, Levítico y Deuteronomio.
La vida de Jesucristo, los Apóstoles y de la primitiva Iglesia en el Nuevo Testamento, la Nueva Alianza es también de migración. Vemos a José y María buscando posada y en la huida a Egipto. José recibe en sueños el mensaje: “José toma al Niño y a su Madre y ve a Egipto…”
He traducido una frase de Ron Rolheiser que dice:
“El verdadero Cristo, por siempre busca un hogar, en un mundo en que no hay posada para Él. Este Cristo niño, se ve con claridad, en los incontables niños refugiados que, con sus familias se ven obligados a huir de sus hogares, por hambre, pobreza, etnicidad, racismo, persecución. Estos son las mejores fotografías de Jesús, María y José buscando posada, los excluidos, sin poder, no invitados, sin hogar, que nadie les quiere recibir, en las periferias, extranjeros, sellados como aliados. Pero estos refugiados son la Sagrada Familia de hoy y estos niños son el niño Jesús para nosotros y este mundo”.
Jesús nació en Belén, va a Egipto pequeño, después va a Galilea, visita a Jerusalén a los 12 años. Lo vemos en Betania, Caná, Nain, Cafarnaúm, Bethsaida, Decapolis, Cesarea, Ephraim. La vida de los Apóstoles y de la Primitiva Iglesia fue de un lado a otro; y San Pablo ni se diga de todos los viajes que realizó. Gracias a Dios no existía la patrulla fronteriza, ni visas o pasaportes.
Nuestra propia historia, nuestra humanidad es una de migración. En la concepción, dos células se unen y van formando y desarrollando un cuerpo. Aprendemos a caminar, vamos a la escuela y migramos de nuestra familia biológica para formar nuestras propias familias o comunidad. Nuestros cuerpos se van transformando, vamos envejeciendo, mientras que nuestra alma rejuvenece. Jeremías dice: “Antes de que te formaras en el vientre de tu madre, te consagré, te he nombrado profeta”.
Nuestra Familia Vicentina comenzó con la migración interior de San Vicente de Paúl, de una vida de ambición a una de entrega radical al Pobre. Lo vemos en una familia de Chatillón que, con sus cincos panes y sus dos peces a muchos miles aún hoy alimenta. Desde las primeras Confraternidades, Asociaciones, Congregaciones que hoy llamamos FAMVIN (Familia Vicentina), FAVILA (Familia Vicentina de Latino América) …que a través de los siglos hemos visto los signos de los tiempos, nuevas formas de pobrezas que nos han hecho migrar constantemente de la mente, al corazón a las acciones. También en la vida de Santa Luisa. La evolución de las primeras confraternidades a las que conocemos hoy como la AIC (Asociación Internacional de Caridades), CM (Congregación de la Misión), HC (Hijas de la Caridad), SSV (Sociedad de San Vicente), JMV (Juventudes Marianas Vicentinas), AMM (Asociación de la Medalla Milagrosa) MISEVI (Misioneros Seglares Vicentinos) … ¡Cómo hemos cambiado! Muchas veces rechazamos el cambio, pero siempre estamos cambiando.
Santa Teresa de Ávila decía: “Dios no se muda” y Dios es eternamente Dios, la esencia de Dios no se muda, pero vemos por otro lado, un Dios en movimiento, en la persona de Jesucristo y un Dios que nos creó en movimiento. Fulton Sheen decía: “Nuestra vida cristiana está compuesta de dos palabras: “Ir y venir”. Dios definitivamente nos hizo seres en migración. Por eso vivo en la convicción de que soy inmigrante en esta tierra, que mi verdadera tierra es otra y tengo sed de esa infinitud. Todos somos inmigrantes siempre hay algo que tenemos que dejar. Siempre hay algo de donde tenemos que salir, una tierra nueva, un cambio, un movimiento interno o externo.
Quiero terminar con una frase de un hombre que la migración interna y externa le convirtió en un profeta de nuestro tiempo. Un hombre que vivió los tres elementos básicos de la Teología de Migración y, la lucha y defensa de los migrantes trabajadores en los campos, un hombre que no se quedó en teoría, que me inspira, César Chávez:
“Estoy convencido de que el verdadero acto de valentía, el acto más fuerte del hombre es sacrificarnos por los demás en una lucha totalmente no violenta por la justicia”
Por: Sor Migdalia Flores H.C.
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