Evangelio y Vida para el 26 de diciembre de 2020
“Alabemos al Señor nuestro Dios”
Hech 6, 8-10; Sal 30; Mt 10, 17-22.
Comenzamos el día de ayer el tiempo litúrgico de la Navidad, que se extenderá hasta el domingo siguiente a la fiesta de la Epifanía, el próximo 9 de enero, en que celebraremos la fiesta del Bautismo de Jesús, y consecuentemente, el inicio de su vida pública. Entonces comenzaremos el primer bloque del tiempo ordinario.
El calendario litúrgico tiene, entonces, el sentido de configurar nuestra vida con la vida de Jesucristo, el Señor, con los tiempos de preparación del Adviento y de la Cuaresma, y luego, con los tiempos fuertes de la Navidad y de la Pascua, proyectándose cada uno a la vida cotidiana, representada con el tiempo ordinario. Cerraremos todo el ciclo litúrgico con la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Así, nuestra vida tiene a Jesús como principio y como fin.
Acorde con esto, el día siguiente al nacimiento de Jesús, celebramos al primer mártir de la Iglesia, San Esteban, como signo de que la comunidad eclesial también quiere vivir y morir por la causa del Evangelio y para que todos tengan vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Erick Fernando Martínez Benavides C.M.
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