Reflexión en torno al Adviento, desde la Oficina de la Familia Vicenciana (Cuarta y última parte)
A lo largo de este tiempo de Adviento de 2020, cada uno de los cuatro integrantes de la Oficina de la Familia Vicenciana nos ofrecerán una breve reflexión en video sobre nuestra realidad actual y el camino de esperanza que realizamos hacia un futuro donde el nacimiento del Señor ilumine también nuestra realidad actual:
Traducción:
¡Cuarto domingo de Adviento!
¡Hemos llegado al cuarto domingo de Adviento! Como todos los años, nos preguntamos cómo este tiempo llegó tan rápido. ¿Cómo llegamos a este punto con tanta celeridad? ¿A dónde se fue el tiempo? Parece que fue ayer cuando celebrábamos la fiesta de la Anunciación.
El Evangelio de Lucas nos recuerda el relato de la Anunciación. Y ahora, nueve meses después, escuchamos la misma historia este cuarto domingo de Adviento, la misma historia del Evangelio. Nunca vieja, nunca tan nueva.
¿Y por qué este Tiempo es tan diferente a cualquier otro Adviento? ¿Es la novedad de un mundo confinado? ¿Es la incertidumbre del Covid19 que sigue presente? ¿Es la incertidumbre? ¿Las suposiciones? ¿El recordatorio de lo frágil que son nuestras vidas y nuestras muertes? ¿Es el no tener a dónde ir, y mucho menos un lugar verdaderamente seguro?
Toda esta incógnita, toda esta incertidumbre. ¿Fue así hace 2000 años, fue así hace 100 años?; y en medio de todo esto, Lucas termina el Evangelio de este domingo con «porque nada es imposible para Dios».
Esto es tan cierto hoy como hace 2000 años: ¡todo es posible con Dios!
Una de mis citas favoritas de siempre es:
“El momento de la Anunciación es la hora de los milagros, si es que alguna vez hubo uno, pero tras él… vienen los días, los meses, los años para vivir este ‘sí'».
Estos días que estamos viviendo son días, horas, meses, los años de los milagros. Estos tiempos nos hacen mirar de nuevo a los milagros que nos rodean. Nos desafían a buscar la esperanza en los milagros que nos rodean: de nacimiento, de espera, de muerte, de la promesa de vida eterna. Todo esto envuelto en este TIEMPO DE ADVIENTO, este TIEMPO DE ESPERA. Y ahora estamos llegando a su conclusión.
Hace poco descubrí este POEMA DE ADVIENTO de Juan de la Cruz, del siglo XVI, probablemente contemporáneo de nuestro san Vicente de Paúl.
Se llama un POEMA DE ADVIENTO
Si tu quieres,
la Virgen vendrá caminando
preñada de Dios y dirá,
«Necesito refugio para la noche,
por favor llévame adentro de tu corazón, pues mi tiempo está cerca.»
Luego, bajo el techo de tu alma,
presenciarás la sublime intimidad,
el divino, el Cristo naciendo para siempre,
y ella se aferrará a tu mano buscando ayuda,
por que cada uno de nosotros somos parteras de Dios, cada uno de nosotros.
Sí ahí, bajo la cúpula de tu ser
la creación se manifestará eternamente,
a través de tu vientre, querido peregrino,
del sagrado vientre de tu alma,
Dios se ayudará a salir agarrándose de tus brazos;
pues cada uno de nosotros somos Su amado sirviente, nunca lejanos.
Si tu quieres, la Virgen vendrá
caminando por la calle
embarazada de Luz y cantará.
Al mismo tiempo, nuestro san Vicente de Paúl nos recuerda la Navidad. Nos invita a unirnos a él en el pesebre. Dice que
«No tenemos noticias excepto la del Misterio venidero, que nos mostrará al Salvador del mundo aniquilado, por así decirlo, bajo la forma de un niño. Espero que estemos juntos al pie de su cuna para pedirle que nos lleve con él a su humilde estado.»
Y podemos decir que con los días, las horas, los meses, los años de este milagro de milagros: ¡Feliz Navidad!
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