La cosa más necesaria es la más descuidada
El 29 de junio de 1900, tras un derrame cerebral, a los 58 años de edad y 21 de vocación en la Congregación de la Misión, murió el P. Julio Pineda Portillo, fundador de las Misiones Vicentinas en El Salvador; y en su lecho de muerte sus últimas palabras fueron: «La cosa más necesaria es la más descuidada».
Las últimas palabras de este héroe de la misión han hecho que me detenga a mirar todo lo que he hecho, como misionero vicentino, en los 9 meses de pandemia que llevamos; y un gran gozo me embarga porque creo que, en medio de mis debilidades, he tratado de llevar a cabo la misión a la que he sido llamado: «buscar y traer».
Tengo la oportunidad de compartir con muchas comunidades y movimientos laicales, tanto en la Familia Vicentina como fuera de ella, y al escucharlos me transmiten mucha melancolía, decepciones, soledad, abandono por parte de sus líderes consagrados y laicos. Creo que esas últimas palabras del P. Pineda tienen la misma validez que tenían hace 120 años, se ha descuidado lo necesario en nuestras comunidades o movimientos laicales y quizás hasta en las comunidades religiosas.
Me preguntarás, ¿qué es lo que se ha descuidado? Y te respondo desde mi experiencia de pandemia: se ha descuidado el acompañamiento a nuestros hermanos, hay mucha ausencia de los líderes en las comunidades y movimientos dejándolos a la deriva con la excusa que no se pueden reunir de manera presencial, trayendo como consecuencia el enfriamiento de los carismas fundacionales en ellos.
El mundo cambió, ya nada es ni será igual, pero la Iglesia debe seguir en su vocación y misión de “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones” Mt. 28,19. Aquí está lo necesario descuidado, no hemos discipulado o acompañado a los hermanos que tenemos dentro de nuestras comunidades y movimientos y es urgente levantar una generación de líderes para retomar esta tarea dentro de la Iglesia y en el caso nuestro, en la Familia Vicentina y mucho más en estos tiempos donde las redes sociales son el BOOM del momento.
¿Cómo lo haremos?
Te invito a que busques tu Biblia y juntos leamos Lc. 2,41-45: “Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlos sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca”.
“Pequeño Método”
Partiendo de la Palabra de Dios compartida, vamos a adentrarnos en el pequeño método de nuestro padre san Vicente de Paúl, ver, juzgar y actuar, para descubrir juntos lo que el Señor espera de nosotros como Familia Vicentina y como Iglesia.
“Ver”
La caravana regresa de Jerusalén, pero nadie se había dado cuenta que Jesús no estaba en ella, ni siquiera sus padres. ¿Imaginas a José y María en esta situación? Bueno, esto es una realidad hoy en nuestras comunidades y movimientos, se ha avanzado tanto y no se han dado cuenta que Jesús no está en la caravana; se nos ha quedado Jesús en Jerusalén y hemos avanzado apresuradamente cumpliendo agendas, compromisos, ocupados buscando fama y prestigio en las redes sin darnos cuenta que se ha perdido la pasión, se ha perdido el amor por los hermanos, se ha perdido el carisma fundacional; conclusión, se ha perdido lo necesario. Tenemos que parar, tenemos que hacer altos para ver la realidad en la que estamos inmersos y darnos cuenta, como José y María, que hay que regresar a la Jerusalén donde dejamos a Jesús, buscarlo y traerlo. Te digo algo más, el mismo Jesús hacía alto en su ministerio para calificar cómo estaba e incluso saber cómo lo veían los demás; leamos Mt 16,13: “Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
“Juzgar”
Cuando hacemos altos, tenemos la oportunidad de valorar lo que somos más que lo que tenemos, haciendo altos tenemos la oportunidad de ponderar nuestra realidad descubierta en el primer paso y sobre todo tomar decisiones después de un discernimiento a la luz de la Palabra de Dios y nuestro carisma vicentino. José y María, al no encontrar a Jesús en la caravana, toman la decisión de volver a Jerusalén. Muchas comunidades y movimientos prefieren seguir adelante porque piensan que regresar es sinónimo de atraso y en el transcurrir de los tiempos, fracasan en su misión y hasta llegan a desaparecer, simplemente por no hacer un alto para volver a la fuente. El Papa Emérito Benedicto XVI el 19 de febrero del 2008, hablando a los superiores y superioras generales de los Institutos de Vidas Consagradas y a las Sociedades de Vida Apostólica, les pidió poner de relieve la importancia de redescubrir y revitalizar el carisma fundacional, esto es de una manera fácil el juzgar nuestra realidad.
“Actuar”
No es solo ver y juzgar, tenemos que actuar, tenemos que caminar; tenemos que avanzar a la Jerusalén donde se nos quedó la pasión, donde se nos quedó el amor, donde se nos quedó el anhelo de servir y recobrarlo para regresar a la caravana e impregnarla de lo necesario, Jesús.
Al inicio te comentaba que las palabras del P. Julio Pineda me hicieron reflexionar sobre todo lo que he hecho durante la pandemia, y aprovecho este espacio para compartirte la misma. Desde el mes de marzo comencé en las redes una evangelización digital, donde evangelizaba a través de la música, alabanzas, adoración y sobre todo la Palabra de Dios y se unían hermanos de varios países que he visitado en misión y formando formadores de misioneros; aquí en Panamá se fue compactando un pequeño grupo que provenían de diferentes movimientos y comunidades que estaban experimentando lo que les comentaba, soledad, decepciones, abandono de sus líderes y al ver esto comienzo, desde el mes de mayo, a formarlos en diferentes áreas de la misión y para la gloria de Dios trayendo como consecuencia el nacimiento de la Fraternidad Evandoración EG20 que es una Fraternidad de Evangelizadores Adoradores para una Iglesia en Salida con espiritualidad vicentina. La clave ha sido, el seguimiento, la constancia y sobre todo el inyectar el carisma fundacional desde la espiritualidad vicentina.
Desde esta plataforma, te invito a ti, líder laico, sacerdote, religiosa, a que hagas un alto y mires tu movimiento o comunidad, que son un regalo del Señor, desde el pequeño método y desde la Palabra de Dios para recuperar lo que se ha quedado en el camino y que la cosa más necesaria ya no sea la más descuidada, sino la más importante de tu vida pastoral o ministerial.
Unidos en San Vicente de Paúl,
Eduardo Adames
Confraternidad de Asesores Laicos Vicentinos,
Confraternidad de Periodistas y Escritores Vicentinos
eadames0306@gmail.com
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