Evangelio y Vida para el 8 de octubre de 2020
“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán”
Gal 3, 1-5; Lc 1; Lc 11, 5-13.
¿Para qué acudir por ayuda ante alguien a quien no le interesa lo que nos suceda?
¿Para qué tocar una puerta que sabemos no se abrirá nunca? Pedimos porque sabemos que hay posibilidad de que nos den, tocamos puertas porque sabemos que hay alguien detrás, que acudirá a abrir. Es hermoso descubrir esta realidad respecto a nuestro Dios. Es Alguien con quien se puede hablar, en quien se puede confiar. A Él le interesa mi vida, le preocupan mis apuros, le duelen mis tristezas. Porque soy su hijo.
Si ustedes, que son como son, procuran lo mejor para sus hijos… ¡imaginen el Padre del cielo!
Si ustedes, con un amor limitado y un corazón con laberintos recónditos de egoísmo… son capaces de compadecerse, de sensibilizarse ante las necesidades de los otros… ¡imaginen al Padre del cielo, que tiene un corazón inmenso como el universo, sin repliegues de orgullo, ambición, resentimiento ni egoísmo!
¡Imaginen la respuesta pronta de Dios, que es un abismo infinito de amor y generosidad!
Dios es una puerta que siempre se va a abrir, una mano que siempre estará abierta, tendida, llena de bendiciones. Acude confiado.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Silviano Calderón Soltero CM
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