La riqueza de conocer el valor del tesoro escondido… que el Señor nos ha querido confiar
El pasado 18 de julio tuvo lugar la segunda reunión de la Confraternidad de Asesores y Formación Laical Vicentina, con la participación de 20 miembros de las diferentes ramas de la Familia Vicentina presente en América Latina.
Tal y como se percibió en la primera reunión, se procedió a compartir las Escuelas y Programas de formación Vicentina para Asesores, que tenemos en el Continente Americano. Dicho compartir fue ofrecido por el P. Juan Carlos Gatti (en representación de la Escuela El Berceau, en Chile), y por el P. Alcibiades Juan Guerra y la licenciada Mariory Chacón (en representación del programa de Formación Vicentina Parroquial, en Panamá):
- La Escuela de Formación VIcentina Berceau es un programa de formación para laicos y empezó el año pasado. Surge como iniciativa conjunta de los Misioneros Paúles y de las Hijas de la Caridad. El objetivo principal es formar a líderes laicos vicentinos que ya estuvieran colaborando en alguna obra de la Familia Vicentina sin que tuviera un costo económico para ellos, por lo que la CM y las HHCC se comprometieron a asumir el coste. El número de alumnos del curso es limitado a 35 personas y tiene una duración de un año y medio en 3 módulos de 5 días cada uno, 6 meses cada etapa, donde conviven durante las reuniones presenciales y, a pesar de que vienen de diferentes países y trabajan en diferentes obras vicentinas, han conseguido formar una comunidad. La temática de las tres etapas es: 1. Historia general de San Vicente; 2 Raíces Bíblicas y Vicencianismo. 3. Santos y beatos como recreadores del Carisma Vicentino.
- Programa de Formación Vientina Parroquial, dirigido a todos los laicos que trabajan en las parroquias (no sólo a los vicentinos) con el fin de ayudar a estas personas a formarse y formar un equipo de laicos con mentalidad de procesos y a crecer en su compromiso con la iglesia. Como vicentinos entendemos que los laicos son importantes para el futuro de la Iglesia, pero el P. Alcibiades refiere que, en algunas ocasiones, la dificultad más importante la ven en los propios cohermanos. Esta Escuela de Formación ha pasado por varias etapas: 1. Primero se realizó una investigación con las personas que podrían estar en el equipo. 2. Luego se dividió la Escuela de Formación en tres procesos: a. PRIMER PROCESO: El encuentro con Cristo en San Vicente. Se realizaron retiros en todas las parroquias donde había alguna misión vicentina, porque se entendió que las personas no se comprometen, si no tienen un verdadero encuentro con Cristo. Entre los años 2015-2016 participaron 1.008 personas. b. SEGUNDO PROCESO: Formación básica. Casi 600 personas participaron en esta formación con una estructura organizada en 6 áreas de estudio, a saber: BÍBLICA: con una duración de 3 años es obligatoria para acceder al resto de los bloques formativos (participan 504 personas). HUMANÍSTICA: Trata el tema de las habilidades sociales y las aptitudes individuales. Dura 6 meses y participaron 350 personas. LITÚRGICA: Dura 6 meses y participaron 302 personas. TEOLÓGICA y MISIONERA PROFÉTICA: que completan los 5 años de estudio que fue completado por 245 personas. b. TERCER PROCESO: Profundización del Ministerio. Se interrumpió en febrero por la pandemia. Participan 300 personas aproximadamente. Las clases de la Escuela de Formación de Panamá son presenciales, tienen lugar una vez al mes, una jornada continua y completa todo el sábado, de enero a noviembre y cada alumno recibe su material impreso que consiste en unas guías de estudio escritas por sacerdotes.
La segunda reunión de esta confraternidad vicentina ha despertado gran ilusión entre los participantes, en torno a la cantidad de material de formación vicentina que existe en América Latina, y el compromiso cierto por poderlo COLOCAR EN LA MESA COMÚN, para que sea el Señor de la Vida y la sabiduría de nuestros Amos, Maestros y Señores, quienes nos conduzcan al MILAGRO DEL COMPARTIR… y juntos podamos decir: y todos comieron hasta saciarse… solo hombres comieron 5,000 y sobraron 12 canastos.
Este es el comienzo de un proyecto que ponemos en las manos de Nuestro Señor y que junto a San Vicente y Santa Luisa esperamos llevar a buen puerto. Todos junto remando mar adentro junto a los pobres, a quienes servimos.
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