Somos la historia de Dios... y los narradores de la historia de Dios

John Freund, CM
3 junio, 2020

Somos la historia de Dios… y los narradores de la historia de Dios

por | Jun 3, 2020 | Formación, John Freund, Reflexiones | 1 Comentario

¿Qué palabra utilizarías para describirte?

¿Feliz, triste, desanimado, esperanzado, asustado, seguro? Una u otra probablemente describe quién eras en un momento dado.

Pero, ¿hay alguna palabra que te describa a ti y a toda tu vida?

¿Qué descripciones en una sola palabra crees que usan el papa Francisco y san Vicente para describir toda su vida? …pecador y miserable. Palabras que básicamente significan lo mismo y ciertamente tienen connotaciones negativas.

El Papa Francisco, sin dudarlo, cuando se le preguntó quién era, dijo simplemente «Soy un pecador». Su lema personal ciertamente refuerza eso. «Miserando atque eligendo» En esencia significa, Dios tiene misericordia de mí; Dios eligió amarme. Y luego está San Vicente. Unas 150 veces se describió a sí mismo como un «miserable pecador». A menudo decía que sólo tenía un sermón: ¡el amor de Dios!

Debo admitir que en ambos casos pensé de manera diferente. O bien, «si se ven a sí mismos como pecadores, no tengo ninguna posibilidad» o «sólo estaban siendo humildes, inconscientes de su bondad» Cuando se comparan con la forma en que vivieron sus vidas estas palabras no parecen encajar.

Me he dado cuenta de que para ellos estas palabras eran y son «insignias de honor» que indican su conciencia de ser amados por Dios. Han transformado el significado de estas palabras como nosotros hemos transformado el significado de la cruz. El signo de la cruz ya no es un signo de ignominia, sino un signo que hacemos cada día para decir quiénes somos y recordarnos a nosotros mismos que somos realmente amados por Dios.

Somos la historia de Dios…

El Papa Francisco recientemente capturó esto y más. Estoy empezando a ver lo que realmente están tratando de decir. Somos la historia de Dios… Y… ¡Los narradores de la historia de Dios!

Que Dios nos amó primero, antes de que naciéramos, es la «Buena Nueva» básica. Esto es lo que María entendió cuando dijo «Dios, que es poderoso, ha hecho grandes cosas por mí». Ciertamente, al ser elegida no sólo para ser la Madre de Dios, sino ante todo y sobre todo que Dios la había amado.

San Vicente y el papa Francisco han descubierto algo. En pocas palabras, a diferencia de tantos que piensan que tenemos que ganarnos el amor de Dios, o peor, que podemos hacer que Dios nos ame… fueron conscientes de ser ejemplos y encarnaciones de la historia de amor de Dios.

… Y… narradores de la historia de Dios

Somos la historia de Dios y Dios se aferra a esa historia. ¡Pero hay más!

Esa experiencia de ser amado puso sus vidas patas arriba. En su alegría por ser consciente del ser amados, dedicaron sus vidas a contar la historia del amor de Dios ayudando a otros a ver lo que ellos vieron.

Fueron y son los narradores de la historia de Dios. Estaban llenos del impulso de contar la historia de un Dios que nos ama… y a toda la creación desde toda la eternidad. El amor de Dios nos obliga a contar la historia de Dios con nuestras palabras y acciones, incluso hasta el punto de dar nuestras vidas, como hizo Jesús.

Los vicencianos están llamados a ser los narradores de la historia de Dios, especialmente para los olvidados del mundo. ¡Esto es lo que significa seguir a Cristo, el portador de buenas noticias!

Ser conscientes del amor de Dios

  • ¿Estamos receptivos a la noticia de que Dios nos ama?
  • ¿Nos tomamos el tiempo para crecer en nuestra conciencia de que somos la historia de Dios?
  • ¿De qué manera contamos la historia de Dios… y a quién?
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1 Comentario

  1. Ross

    Espero que no esté fuera del tema mi comentario. Pues creo que la relación familiar entre madre/padre e hija/hijo indica amor e incluso conciencia del amor. De todos modos, he aquí cómo se describió un profesor mío de hace muchos años. «Soy hijo de Dios primero, —decía—. Añadió luego que era ciudadano del mundo.

    Verdad que no hay nada de sorprendente, a no ser que uno sea filipino que se crió en Filipinas, como yo. En aquellos tiempos había tanta «mentalidad colonial» en mi patria que lo bueno, lo hermoso, lo de calidad, todo esto lo asociabamos con lo que era blanco, americano o español. A los americanos y a los españoles, mientras tanto, les gustaban cigarillos o cigarros filipinos y ron filipino. No como en Vietnam, tengo entendido, en las Filipinas de entonces tener sangre blanca, o americana o española, es algo de que jactarse un mestizo o una mestiza.

    Sorprendente además porque quien se describió de tal forma fue un español, original de Gipuzkoa, específicamente de Donostia. En aquellos tiempos ni un misionero español tuvo reparo alguno en decir en tono de broma: «Solo hay dos clases de españoles: los navarros y los que quieren ser navarros».

    El profesor que así se describía me dejó una impresión bien positiva y duradera. Debido a él, creo yo, me inclino a ponerme de lado del Papa que habla en contra del clericalismo y se pregunta: ¿Quién soy yo para juzgar?

    Responder

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