¿Por que se reúnen los líderes de 100 ramas de la Familia VIcenciana?

John Freund, CM
7 enero, 2020

¿Por que se reúnen los líderes de 100 ramas de la Familia VIcenciana?

por | Ene 7, 2020 | Formación, John Freund, Reflexiones | 1 Comentario

El por qué de un encuentro histórico

Del 8 al 12 de enero se reunirán en Roma aproximadamente 200 líderes de 100 ramas de la Familia Vicenciana. Sin contar el tiempo dedicado a los viajes, dedicarán casi una semana de sus vidas, cargadas de responsabilidades, a viajar a Roma para un primer encuentro histórico de este tipo. También supondrá un gran gasto. Algunos se preguntarán la misma cuestión que se le hizo a Jesús hace 2000 años: «¿No podría este dinero haber servido para atender a los pobres?». ¿Por qué?

  • ¿Se trata de formar alguna nueva entidad jurídica?
  • ¿Se trata de concretar más detalles del actual enfoque internacional para abordar el problema de los sin techo?
  • ¿Se trata simplemente de mantenernos mutuamente informados sobre las maravillosas obras que cada rama está haciendo y esperar que otros se enteren de los nuevos y creativos ministerios?
  • ¿O se trata de explorar colectivamente el genio de Vicente a la hora de involucrar a los laicos y abordar más efectivamente las causas fundamentales y la abogacía necesaria?

Perspectivas Históricas

Permítanme ofrecer algunas perspectivas históricas sobre el don que hemos heredado de Vicente y Luisa. Estoy seguro que la mayoría son conscientes de nuestros orígenes.

En 1617, Vicente experimentó dos momentos que cambiarían para siempre su vida y tendrían un impacto duradero tanto en la Iglesia como en la sociedad. En Gannes y Folleville, escuchó las confesiones de personas indigentes que vivían en las zonas más remotas de Francia. Más tarde, ese mismo año, en Châtillon-les-Dombes, organizó a la gente de su parroquia para ayudar a aliviar los sufrimientos de una familia asediada por la enfermedad y la pobreza. Estos dos eventos dieron forma al corazón del carisma de Vicente: el servicio a Dios en la persona de nuestros Señores y Maestros, los pobres, tanto en la predicación del Evangelio (misión) como en el alivio de la pobreza (caridad).

En los más de cuarenta años que siguieron, Vicente fue un consumado creador de redes, una perspectiva que raramente hemos usado para Vicente. Él habría estado muy a gusto con la interconexión de nuestra cultura digital. Después de todo, ¡escribió unas 30.000 cartas! Imagínese si hubiese tenido Internet!

Pensamos en Vicente como el fundador de maravillosas organizaciones basadas en la misión. Pero esa no fue su mayor contribución. Su mayor contribución fue su genio en la creación de redes y en la activación de los laicos en lo que entonces se llamaban Cofradías. Pidió que las cofradías se estableciesen en cada lugar donde servían sus seguidores. Su genio estaba enraizado en sus creencias.

  • Vicente estaba convencido de que otros compartían su visión y que serían generosos en su respuesta a las necesidades.
  • «Los pobres sufren menos por la falta de generosidad que por la falta de organización«, dijo.
  • Vicente fue lo suficientemente humilde para pedir a otros que le ayudaran. No estaba aferrado a ninguna ilusión mesiánica, o pretensiones de pensar que tenía que hacerlo por su cuenta.
  • Vicente era hábil en involucrar a otros en lo que él veía que debía hacerse. Encontró su fuerza en la aceptación de sus limitaciones.
  • Vicente tenía el valor y la habilidad de caminar donde nadie había caminado antes.
  • Hace 400 años organizó las instituciones caritativas femeninas.

Ampliando el círculo de la solidaridad hoy

Mi punto de vista sobre la reunión se relaciona con la fiesta tan cercana en el tiempo: la Epifanía. Así como los Reyes Magos leen los signos en sus cielos, así también hoy los hombres y mujeres más sabios, líderes de la Familia Vicenciana, intentan leer los signos de nuestros tiempos.

Cada uno de estos líderes se sitúa en la tradición de Vicente y Luisa buscando y sirviendo a Dios en la persona de los pobres y marginados. Cada uno de ellos dirige los esfuerzos para responder a la variedad de gritos de los pobres. Hemos hecho progresos. Pero la realidad ineludible es que encontramos que la pobreza y la marginación nos están llevando a un círculo de pobreza cada vez más amplio.

Hay más necesidad que nunca de ampliar el círculo de solidaridad para atender el grito de los pobres en sus necesidades inmediatas, tanto físicas como espirituales. Hay más necesidad que nunca de prestar atención a las palabras de san Juan Pablo II, hace unos 30 años, cuando nos recordó nuestra herencia de comprensión de las causas subyacentes de la pobreza y de trabajo hacia soluciones a largo plazo.

En una era de interconexiones, necesitamos más que nunca aprender cómo podemos unir nuestros dones de tal manera que seamos fieles a la visión de Vicente de que la ayuda a los que sufren necesita ser colaborativa y centrada en los laicos. Necesitamos desarrollar procesos que nos permitan a cada uno de nosotros hacer lo que mejor sabemos hacer en colaboración con otros que hacen lo que mejor saben hacer.

Una lección de hace 30 años

Recuerdo una presentación hace unos 30 años. El P. David Nygren pidió a la Familia Vicenciana de Nueva York que explorara cómo podrían tener un mayor impacto trabajando colectivamente que trabajando en silos. Luego señaló cómo en la ciudad de Nueva York las diversas ramas de la Familia Vicenciana trabajaban en la educación católica primaria, secundaria e incluso superior. Otras se especializaron en el cuidado de la salud católica. Otras tenían células base en prácticamente todas las parroquias y una red de tiendas de segunda mano.

Su pregunta todavía me persigue hoy. ¿Qué impacto podríamos haber tenido en la ciudad de Nueva York si nos hubiéramos reunido y desarrollado una estrategia que hubiera utilizado la fuerza única de cada rama al compartir un compromiso de plan común, no sólo para satisfacer las necesidades inmediatas de los pobres sino también para dar forma a las políticas que dejan a tantos en la pobreza de diversos tipos?

En 1995, Eugene Smith, entonces Vicepresidente Nacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl, planteó algunas preguntas poderosas en el primer encuentro nacional de la Familia Vicenciana. Preguntó si podríamos:

  • convertirnos en defensores comprometidos dispuestos a instar a los legisladores a actuar con justicia en todas las decisiones económicas y políticas;
  • animar a nuestros amigos y contactos a que también hablen en nombre de la gente que es pobre;
  • asumir la responsabilidad de hacer efectiva la colaboración, la cooperación, y asociarse entre sí y en nuestras instituciones a través de la familia vicentina y la familia cristiana;
  • negarse a empantanarse en el proceso y en los asuntos del cotidianos mientras colaboramos para ver resultados reales;
  • rechazar el enfoque fácil, cauteloso y limitado del «siempre se ha hecho así»;
  • participar con la Familia Vicenciana del mundo en la búsqueda de soluciones al hambre en el mundo, a la atención médica necesaria y a la educación de los niños del mundo, construyendo comunidades más sanas.

El enfoque vicenciano está enraizado en la colaboración y en la activación del laicado como lo hizo Vicente. Sospecho que nuestros líderes estarán mirando más allá de los temas específicos para el desarrollo de un proceso que facilite la comunicación y la verdadera colaboración.

¿Cuáles son sus pensamientos y esperanzas?

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1 Comentario

  1. Miriam Hernandez Mojica

    Muy interesante y no deja de ser actual lis principios dey fundamentos de nuestro San Vicente y su super importante legado, Bendito sea Dios por darnos tanto y en especial la gran familia Vicentina, Gloria, Gloria a Dios.

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