Evangelio y Vida para el 26 de diciembre de 2019
Todo mi ser está unido a ti, Dios mío.
Hech 6, 8-10; 7, 54-60; Sal 30; Mt 10, 17-22.
Recordar al primer mártir justo después de celebrar Navidad es un contraste ¿Qué nos quiere decir la Iglesia? ¿Qué nos dice el Señor en su Palabra?
El recién nacido al que hemos contemplado con ternura en el pesebre, es el mismo que después eligió y llamó a sus discípulos; los envió como buenos pastores, a buscar a las ovejas perdidas del pueblo de Dios. Adorar a Jesús Niño y seguir a Jesús servidor y evangelizador de los pobres implicará vivir una lucha constante contra el mal y el malo. No todo puede ser cantar villancicos. Celebramos la Navidad porque Jesús se entregó sin reserva hasta el extremo de su muerte y resurrección. La Navidad tiene rostro de testigo.
Esteban fue del primer grupo de diáconos, los eligieron según el perfil dado por los Apóstoles: de buena fama y lleno del Espíritu Santo. La misión era atender a las viudas, distribuir los alimentos. Algo inofensivo pero subversivo. Esteban no era asistencialista, servía como signo del Reino. Evangelizaba con obras y palabras. Pasó haciendo el bien como Jesús; proclamó la gloria de Dios, fuente de la verdadera alegría.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Alicia Margarita Cortés H.C.
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