1Co 3, 18-23; Sal 23; Lc 5, 1-11.

«Dejándolo todo, le siguieron»

Este episodio de la pesca milagrosa pone en contraposición la sabiduría de Dios (“echen las redes”) con la sabiduría de los hombres (“hemos bregado toda la noche sin pescar nada”). La petición de Jesús parece fuera de lugar, sin embargo, escuchando su palabra, aquellos pescadores desconfiados lograron una pesca tan abundante que casi reventaba las redes. Jesús entonces los convoca para una pesca más importante y más grande…

¿Cuántas veces nos desesperamos cuando nada nos sale como queremos o ya lo hemos intentado todo y no encontramos la solución? El Evangelio de hoy nos deja claro que nosotros no tenemos la última palabra, que la última palabra solo la tiene Dios.

Pedro, a pesar de estar cansado, accede a la solicitud de prestarle su barca a Jesús para predicar y después confía en su palabra para “remar adentro” y echar las redes al mar.

¡Que poderosa es la palabra de Jesús que no solo enseña, guía, sino que arrastra y convence… tanto que hasta esos pobres pescadores dejaron todo para seguirle! Y tú ¿Qué tanto te esfuerzas por conocer y escuchar la Palabra de Dios? ¿Te atreves a dejarlo todo por hacerte “pescador de hombres”?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Luz María Ramírez González