Evangelizador de los pobres de toda clase
Jesús es el Evangelizador de los pobres. Son de él y herederos de su reino todos cuantos viven anunciando la Buena Nueva a los pobres.
Jesús recorre todos los pueblos y aldeas. Enseña él en las sinagogas y proclama el Evangelio del reino. Sana además toda clase de enfermedades y dolencias. Pasa él, sí, haciendo el bien. Así que se puede decir que es Evangelizador «de palabra y de obra» (SV.ES XI:393).
Es que Jesús es tan compasivo como el Señor Dios que le ha enviado. Lo propio de este Dios es la misericordia (SV.ES XI:253). Por eso, oye él el clamor de los oprimidos y se fija en sus sufrimientos. Hace justicia también a los huérfanos y a las viudas. Ama además a los inmigrantes, alimentándoles y vistiéndoles. Y cual pastor bueno y solícito, el Señor Dios cuida él mismo en persona a su pueblo.
No extraña, pues, que se compadezca Jesús de las gentes que están extenuadas y abandonadas como ovejas sin pastor. Y esta compasión lo impulsa a enviar a sus discípulos y darles autoridad para que hagan ellos lo que él. Jesús, entonces, no solo asiste a los pobres de todas las maneras; procura también que los demás les asistan asimismo.
Los de Jesús se acreditan por su dedicación a la asistencia de los necesitados, por su celo evangelizador.
Como el Padre lo ha enviado, así envía el Evangelizador de los pobres a los suyos. Quiere Jesús que los suyos sean uno con él y con el Padre. Y esto se realiza cuando el obrar de los discípulos es el de Jesús mismo, es el del Padre mismo. Siendo uno con Jesús y con el Padre, los discípulos contribuyen también a que Dios sea todo en todos.
Y obrar como el Evangelizador de los pobres y como Dios mismo, esto es lo decisive. Según José Antonio Pagola, lo decisivo «no es la condición social, el talento personal o el éxito logrado a lo largo de los años. Lo decisivo es el amor práctico y solidario a los necesitados de ayuda». Y son herederos del reino, por supuesto, todos cuantos, sean creyentes o no creyentes, alivian el sufrimiento del los pobres.
Señor Jesús, que nosotros no avergoncemos jamás a los que no tienen nada ni dejemos que ellos pasen hambre. Haz que así sea grata a tus ojos nuestra celebración de tu Cena.
26 Noviembre 2017
34º Domingo de T.O. (A) – Jesucristo, Rey del Universo
Eze 34, 11-12. 15-17; 1 Cor 15, 20-26. 28; Mt 25, 31-46
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