La Familia Vicenciana, desorientada • Una reflexión semanal con Luisa
“Ya no puedo ocultaros el dolor que causan a mi corazón las noticias que he tenido de que dejáis mucho que desear. ¿Dónde está el espíritu de fervor que os animaba en los comienzos del establecimiento y que tanta estima os merecía por parte de los señores directores… ¿Dónde están la dulzura y la caridad que debéis conservar tan cuidadosamente hacia nuestros queridos amos los pobres enfermos? Si nos apartamos, por poco que sea, del pensamiento de que son los miembros de Jesucristo, eso nos llevará infaliblemente a que disminuyan en nosotras esas hermosas virtudes” (c. 115).
Carta de santa Luisa de Marillac a las Hijas de la Caridad del Hospital de Angers en julio de 1644.
Reflexión:
- Como la mercantil ciudad portuaria de Angers, también la sociedad actual hace que la Familia Vicenciana esté desorientada sobre qué hacer y cómo hacerlo. Y tiene que orientarse. No podemos darnos por fracasados con las disculpas de que ya tengo muchos años o estoy demasiado gastado. Luisa de Marillac, cuando escribe la carta, ya es una anciana para el siglo XVII.
- Las ramas de la Familia Vicenciana no son perfectas, tienen que corregir virtudes y fallos para no caminar desorientadas. Cada Vicentino tiene que orientarse en su vida personal, familiar y social, y ayudar a orientarse a sus compañeros en el compromiso de vivir como cristianos y evangelizar como vicencianos. El mayor servicio que puede hacer la Familia Vicenciana es presentarse ante los pobres y ante la sociedad como un grupo en el que todos saben cómo vivir y qué hacer para que en su entorno todos sean felices.
- Un poema de Hélder Cámara dice: “Cuando veo una Comunidad yo no admiro solamente las perlas que constituyen ese precioso collar, admiro sobre todo el hilo discreto que las une”. ¿No será esta la orientación que debieran asumir todos los vicencianos? ¿Trabajar por que todos vivamos unidos? ¿Cómo ejercer de hilo discreto en el grupo?
- Es una de las tareas que santa Luisa pide sin cesar a las comunidades. Es tarea importante no sólo por el descontento que trae la división, sino porque, cuando están dispersas y divididas, aparecen ante el mundo como personas que tienen dificultad para vivir unidas. Y la gente busca la unión. Es importante que las familias vivan unidas y sean modelos y acicate para los jóvenes, que no saben vivir en familia ni cómo hacerla.
- Otra dirección que debe orientar a los Vicencianos es la de curar heridas. En el grupo encontramos personas que llevan profundas heridas en su corazón, heridas morales, afectivas, de rupturas familiares. Todos las tenemos, y si no las aceptamos, podemos proyectar sobre el grupo nuestro malhumor. Necesitamos orientarnos. Empezar por ver a los demás como personas, con una dignidad que nunca desaparece, aunque tenga fallos y un carácter desagradable. Lo que más sorprende de Jesús es que, cuando trata a la persona herida, esa persona se siente siempre dignificada. Jesús nunca reduce a la persona a su herida por muy grande que sea.
Cuestiones para el diálogo:
- Empezar el diálogo exponiendo sencillamente si cada uno está orientado en estas tres cuestiones: cómo me encuentro, cómo puedo hacer la unión en la familia y en la asociación y cómo puedo servir a los pobres desde la Familia Vicenciana.
- Dialogar sobre esta frase que solemos decir, cuando, insertos en un mundo plural y relativista, nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer? Y tranquilamente respondemos: No sé qué puedo hacer.
Benito Martínez, C.M.
Etiquetas: Luisa de Marillac
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