«¿Qué está haciendo ahora tu iglesia a favor de los que son pobres?»
«¿Qué está haciendo ahora tu iglesia a favor de los que son pobres?» Federico Ozanam y la Sociedad de San Vicente de Paúl han estado respondiendo a esa pregunta durante casi 200 años.
Una pregunta para todos… ¡especialmente hoy en día!
Mark Gordon, en un artículo disponible en Aleteia, escribe con pasión sobre cómo la Sociedad de San Vicente de Paúl hoy en día sigue respondiendo a la pregunta que tanto interpeló al beato Federico y a sus colegas universitarios. Cuenta la historia cómo la pregunta de un ateo motivó la fundación de la Sociedad de San Vicente de Paúl, y su énfasis actual en hacer más: ayudar a las personas a salir del ciclo de la pobreza.
Mark escribe:
¿Recuerdan la cohorte de jóvenes radicales republicanos que pilotaban las barricadas de París en la película «Los Miserables»? Las emocionantes escenas finales de la película, basadas en la novela de Victor Hugo, representan los hechos reales de lo que se conoce como la «Rebelión de Junio» de 1832, cuando todo París estaba atrapado en un torbellino de violencia revolucionaria y contrarrevolucionaria. Entre ese torbellino nació la Sociedad de San Vicente de Paúl.
En 1832, Federico Ozanam era un estudiante de 19 años en la Sorbona. Pertenecía a una facción destinada a restablecer la primacía de la Iglesia católica, que había sufrido una general desafección en las décadas anteriores y posteriores a la Revolución Francesa. En la Rebelión de Junio, 93 republicanos murieron y 291 resultaron heridos, muchos de ellos estudiantes en la Sorbona. Durante el año académico siguiente, Ozanam y sus amigos fueron desafiados por algunos de sus colegas radicales a que demostraran que la Iglesia cuidaba a los pobres tanto como ellos. «¿Qué está haciendo tu Iglesia ahora?», increparon los radicales. «¿Qué está haciendo por los pobres de París? ¡Muéstranos tus obras y te creeremos!»
Ir a los pobres, a los que están en las periferias.
Ozanam y sus compañeros admitieron en privado que sus oponentes radicales tenían un punto de razón. Durante las décadas anteriores y posteriores a la Revolución, la Iglesia había abandonado su identidad y servicio a los pobres. Federico y sus amigos decidieron cambiar eso, aunque sólo fuera para restaurar la legitimidad de sus afirmaciones sobre la Iglesia.
Guiados por la Sor Rosalía, Federico y sus amigos llevaron personalmente el amor de Cristo a los guetos de París. «Vayamos a los pobres», se convirtió en su grito de reunión. [Él y el Papa Francisco cantan del mismo himnario]. Les proporcionaron comida, vivienda y ropa. Asumieron la defensa legal de los indigentes y obtuvieron asistencia médica para los enfermos.
También estudiaron las condiciones de los pobres —cómo llegaron a su situación y qué se podía hacer para mejorar sus condiciones de vida— y comenzaron a abogar por ellos…
Redescubrir el «cambio sistémico»
Históricamente, gran parte del énfasis de la Sociedad ha estado en mejorar las condiciones inmediatas, como la falta de alimentos y ropa, o bien proporcionar servicios de alquiler, servicios públicos y otras ayudas en efectivo. Pero en los últimos años, la Sociedad ha comenzado a centrarse cada vez más en el «cambio sistémico», un enfoque amplio para acabar con la pobreza; si no en todos los casos, incluso en la mayoría, por lo menos para algunos que están listos para realizar el camino de salida de la miseria.
La idea es que la Sociedad proporcione recursos sustanciales que aborden los elementos que provocan el «círculo de la pobreza», temas como la capacitación laboral, educación, salud básica y atención dental, transporte, vivienda, etc. Al mismo tiempo, los individuos necesitados que desean entender y superar las raíces de su situación personal están siendo identificados y ayudados a través de un proceso diseñado para dotarles de las habilidades que necesitan para construirse vidas independientes y sostenibles. Por último, a través de su iniciativa «Voz de los Pobres», la Sociedad participa activamente en debates políticos sobre temas como la asistencia alimentaria, el salario mínimo y la desigualdad de ingresos, con el objetivo de preservar la red de seguridad social y corregir las injusticias que conducen a la pobreza.
Todo esto está en perfecta sintonía con el pensamiento del beato Federico. Él escribió: «No debes contentarte con auxiliar a los pobres: debes estudiar su condición y las injusticias que provocaron tal pobreza, con el objetivo de mejorar a largo plazo».
Un puente entre la izquierda y la derecha
Esa mejora es lo que los vicencianos llaman el «cambio sistémico», y tiene lugar a nivel personal, comunitario y nacional. De esta manera, la noción de cambio sistémico vicenciano puede verse como un puente entre los enfoques propuestos por la izquierda política —que profesa la compasión pero prefiere mantener a las personas como pupilos perpetuos del Estado— y la derecha política que desearía avergonzar o privar a los pobres de su condición.
En su encíclica, Rerum Novarum, piedra angular de la moderna Enseñanza Social Católica, el papa León XIII escribió que el deseo de la Iglesia es que los pobres «salgan de su misérrimo estado y logren una mejor situación. Y a ello contribuye con su aportación, no pequeña». Escribió esas palabras en el mismo documento en el que pidió grandes cambios en los sistemas económicos y sociales del emergente mundo industrial. La obra de la Sociedad de San Vicente de Paúl sobre el cambio sistémico está perfectamente alineada con el deseo del papa León XIII: proporcionar los medios económicos, sociales y personales para que los necesitados salgan de la pobreza por sus propios medios.
¡El Papa Francisco también camina en esta tradición! Y nos está llamando a todos a hacerlo.
¡Vayamos a las periferias!
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