Reflexiones abiertas, en el año de la colaboración vicenciana (1)
1.- Un anuncio en el tiempo apropiado
Fue una idea bonita y estimulante, por parte de nuestro Padre General, Gregorio Gay, convocar un año de la colaboración vicenciana. La circunstancia de coincidir en fechas señaladas, cercanas entre sí, en la vida de la Iglesia, hacía más atractiva aún la idea: precedida del año de la vida consagrada y del V Centenario de Santa Teresa; coincidiendo con el año de la Misericordia; un año antes del IV Centenario de la Nacimiento del Carisma Vicenciano… Todo hace pensar que la fuerza inspiradora del Espíritu había tomado parte muy activa en la génesis del proyecto de convocatoria del año de la Colaboración Vicenciana.
Nos toca a nosotros, a todas y cada una de las Ramas de la Familia Vicenciana, a todos y cada uno de los que nos sentimos movidos por fuerza creativa de Vicente y Luisa, hacer que la idea llegue a ser vida, y alcance su plenitud. No basta con haber tenido durante este año que termina algunas iniciativas luminosas; no basta que hayamos mejorado nuestra relación de familia, prodigando encuentros especiales; no basta que hayamos celebrado encuentros internacionales…
El P. Eli Chaves, de la Curia General de Roma, en su visita a Albacete (España), nos dio unas pistas claras, que bien pueden servir de guion de marcha o de punto de partida. Con lucidez, basada en su experiencia de vida misionera, afirmó que la Familia Vicenciana se asienta sobre estos tres pilares:
- Tener una idea clara de nuestra identidad Vicenciana.
- Celebrar juntos esta identidad.
- Construir juntos esta identidad, mediante la colaboración en proyectos de servicio y atención al pobre, en el marco donde estemos ubicados.
Estos principios generales nos dan alas para volar muy alto. Él mismo, para evitar equívocos, matizó muy bien sus afirmaciones. “Lo nuestro, dijo, refiriéndose a toda la familia, son los pobres, pobres…; los pobres de todo: de bienes materiales, de recursos, de perspectivas sociales… Un signo de autenticidad para reconocer a los pobres es su ubicación: dónde, cómo y con quien viven…” No se puede ser más claro…
Susurró el P. Eli otras ideas que merecen la pena ser analizadas en profundidad, para, después, tomárnoslas en serio: habló de la nueva imagen del paúl, que está tomando cuerpo; de la apremiante demanda de misioneros para nuevas tierras de misión; de que teníamos que concentrar nuestros esfuerzos en lo específicamente vicenciano, superando la excesiva dispersión en tareas pastorales parroquiales; de la unidad en la pluralidad: de la colaboración internacional, a nivel económico y de personal; de la imperiosa necesidad de colaboración entre las distintas ramas de la familia vicenciana.
P. Félix Villafranca, C.M.
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