Los Hermanitos de la Congregación de San Juan Bautista: misión, historia y espiritualidad en el contexto chino
La historia de los «Hermanitos de la Congregación de San Juan Bautista» está intrínsecamente ligada a la vida y obra del padre Vicente Lebbe, un misionero belga que dedicó su vida a China y a la promoción de una Iglesia local auténticamente china. Fundada en 1928, esta congregación es un testimonio vivo del espíritu vicenciano, donde el servicio a los pobres y la evangelización forman el núcleo de su misión.
Perfil biográfico del padre Vicente Lebbe
Frédéric-Vincent Lebbe, más conocido como el padre Vicente Lebbe, nació el 19 de agosto de 1877 en Gante, Bélgica, en una familia católica devota. Su padre era flamenco, un notario público, mientras que su madre era de ascendencia mitad francesa y mitad inglesa. Desde joven, Lebbe sintió una fuerte inclinación hacia las misiones, lo que lo llevó a inspirarse en el mártir Jean-Gabriel Perboyre, misionero de la Congregación de la Misión martirizado en China en 1840. En 1895, ingresó en la Congregación de la Misión, fundada por San Vicente de Paúl en el siglo XVII para la evangelización de los pobres y a la formación del clero, lo que marcó el inicio de su formación espiritual y misionera.
Lebbe fue ordenado sacerdote en 1901, en Beijing, y rápidamente fue asignado a la región de Tianjin. En su labor inicial, trabajó en la reconstrucción de la iglesia de Xiaohan, que había sido dañada durante el Levantamiento de los Bóxers. Desde el principio, demostró un profundo respeto por la cultura china. Aprendió a hablar mandarín con fluidez, a leer y escribir en chino y a sumergirse en las costumbres locales. Incluso adoptó la vestimenta china y se integró plenamente en la vida cotidiana de sus nuevos compañeros de fe.
En 1915, Lebbe fundó el periódico Yishibao (益世報) en Tianjin, con el objetivo de conectar el catolicismo con la vida intelectual y social de China. Este periódico se convertiría en uno de los más influyentes durante la época republicana. A través de este medio, Lebbe promovía el cristianismo, el patriotismo y una ética basada en la justicia social. Su deseo era que la Iglesia en China no solo evangelizara, sino que también fuese dirigida por el propio pueblo chino.
Este ideal lo llevó a enfrentarse con los misioneros europeos y las políticas coloniales de la época, que mantenían a la Iglesia china bajo un liderazgo extranjero. Lebbe defendió activamente la consigna: «Devuélvanle China a los chinos y los chinos se volverán a Cristo». Esta postura provocó tensiones con algunos de sus superiores de la Congregación de la Misión, quienes veían en sus ideas una amenaza al control tradicional de las misiones.
Una de las controversias más destacadas en las que se vio envuelto fue el affaire Laoxikai en Tianjin en 1916. El conflicto surgió cuando el cónsul francés, con apoyo de la Iglesia, intentó expandir la concesión francesa a expensas de tierras chinas. Lebbe y su periódico criticaron estas acciones, lo que provocó su traslado a la diócesis de Ningbo en 1920, y posteriormente su regreso a Europa. Sin embargo, su defensa de una Iglesia china autónoma influyó en la carta apostólica Maximum Illud del Papa Benedicto XV en 1919, que impulsaba la indigenización de la Iglesia y la eliminación de los abusos coloniales.
Durante su estancia en Europa, Lebbe no abandonó su compromiso con China. Ayudó a estudiantes chinos y fundó la Sociedad de Auxiliares de las Misiones y las Auxiliares Misioneras Laicas. También abogó ante el Vaticano por la designación de obispos chinos, lo que finalmente logró en 1926 con la consagración de los seis primeros obispos chinos en la Basílica de San Pedro, un evento histórico que presenció.
En 1927, tras años de tensiones dentro de la Congregación de la Misión, decidió abandonarla para dedicarse plenamente a la fundación de nuevas comunidades religiosas en China. Esto le permitió actuar con mayor libertad en la promoción de una Iglesia china autónoma. En 1928, se le concedió la ciudadanía china, lo que simbolizó su profunda integración y compromiso con el país. Poco después, fundó los «Hermanitos de San Juan Bautista» y las «Hermanitas de Santa Teresa del Niño Jesús», dos órdenes religiosas chinas enfocadas en vivir una espiritualidad cercana al pueblo y enraizada en la cultura local.
Lebbe también se destacó por su apoyo al pueblo chino en momentos de conflicto. Durante la invasión japonesa y la guerra en China, organizó equipos de rescate católicos para atender a los heridos en el campo de batalla y a los refugiados. Su valentía y liderazgo en estas labores humanitarias fueron ampliamente reconocidos.
En 1940, en medio de la guerra civil entre las fuerzas del Kuomintang y el Ejército Rojo, Lebbe fue capturado por los comunistas en Shanxi. Fue sometido a torturas y, aunque fue liberado después de más de cuarenta días de cautiverio, quedó gravemente debilitado. Murió el 24 de junio de 1940 en Chungking, China.
El legado de Vicente Lebbe fue determinante en la inculturación de la Iglesia católica en China. Su lucha por una Iglesia local libre de influencias coloniales y su defensa de los derechos del pueblo chino lo convirtieron en una figura influyente tanto en la Iglesia como en la sociedad. Su causa de beatificación fue abierta en 1988 por los Hermanitos de San Juan Bautista de Taichung, Taiwán. Su influencia perdura a través de las congregaciones que fundó y los valores que promovió.
En reconocimiento a su servicio, el gobierno chino lo honró como mártir de la revolución, y su figura sigue siendo recordada como un símbolo de dedicación y compromiso con la justicia y la dignidad humana.
El carisma vicenciano y el padre Lebbe
El padre Vicente Lebbe es un claro ejemplo de cómo el carisma vicenciano, centrado en el servicio a los pobres, puede adaptarse y florecer en diversos contextos culturales. Su paso por la Congregación de la Misión fue crucial para su formación como misionero y para su desarrollo como líder espiritual. Al igual que San Vicente de Paúl, Lebbe entendió que la evangelización debe ir acompañada de obras concretas de caridad y justicia.
Lebbe se mantuvo fiel a los principios vicencianos durante toda su vida. En lugar de simplemente imponer la fe, buscó integrarse en la vida del pueblo chino, aprendiendo su idioma, costumbres y cultura. Este enfoque lo diferenció de muchos de sus contemporáneos, que veían a los chinos como meros receptores del Evangelio, sin tener en cuenta su capacidad para liderar su propia Iglesia.
El espíritu vicenciano también se manifestó en la insistencia de Lebbe en que los misioneros debían vivir con sencillez y cercanía a los pobres. En lugar de establecer estructuras misioneras grandiosas o distantes, Lebbe animaba a los «Hermanitos» a vivir en medio del pueblo, compartiendo sus sufrimientos y trabajando por su bienestar.
Fundación y desarrollo de los «Hermanitos de San Juan Bautista»
El padre Vicente Lebbe fundó la Congregación de los «Hermanitos de San Juan Bautista» en 1928, con la visión de crear una comunidad religiosa que viviera inmersa en la realidad del pueblo chino, sirviendo a los más pobres y promoviendo una Iglesia local. Inspirados en la vida de San Juan Bautista, los miembros de la congregación se consagran a preparar el camino para Cristo en los corazones de los pobres, tal como lo hizo el Precursor.
El propósito de la congregación era doble: por un lado, llevar el Evangelio a los rincones más olvidados de China y, por otro, servir a los pobres en sus necesidades materiales, espirituales y sociales. Esta misión estaba enraizada en la espiritualidad vicenciana de ver a Cristo en los pobres y servirles como se le serviría a Él mismo.
Los «Hermanitos» debían encarnar la humildad y el servicio de San Juan Bautista, llevando una vida de pobreza y dedicándose por completo a los demás. Al igual que su fundador, buscaban promover una Iglesia que estuviera dirigida por los propios chinos y que reflejara la cultura local. Para ellos, la evangelización no consistía únicamente en predicar el Evangelio, sino también en ser parte activa de la vida de las comunidades chinas, compartiendo su sufrimiento y luchando por mejorar sus condiciones de vida.
Desde su fundación en 1928, los «Hermanitos de San Juan Bautista» han trabajado en diversas regiones de China, especialmente en áreas rurales y pobres. La congregación creció lentamente, pero con un fuerte compromiso con su misión. Durante los años de guerra y persecuciones políticas, especialmente durante la invasión japonesa y la Revolución Comunista, muchos «Hermanitos» sufrieron arrestos, encarcelamientos y en algunos casos, la muerte. A pesar de estas dificultades, la congregación sobrevivió, manteniéndose fiel a su carisma de servicio y cercanía con los pobres.
Hoy en día, los «Hermanitos de San Juan Bautista» siguen activos, aunque en menor número, y su legado sigue vivo en muchas de las obras de caridad y evangelización que continúan inspiradas por el ejemplo de Vicente Lebbe. Actualmente, la Congregación desarrolla su actividad en Taiwán, Vietnam, Estados Unidos, Italia, Filipinas, Canadá y China.
Espiritualidad de los «Hermanitos de San Juan Bautista»
La espiritualidad de los «Hermanitos de San Juan Bautista» se basa en tres pilares fundamentales: la humildad, el servicio y la identificación con los pobres. Estos valores están profundamente arraigados en la vida de San Juan Bautista, cuyo ejemplo de humildad y sacrificio es central en la vida de la congregación.
Al igual que San Vicente de Paúl, los «Hermanitos» ven a Cristo en los pobres y creen que su misión es servirles de manera concreta y directa. La pobreza no es algo que quieran evitar, sino un lugar donde encontrar a Dios. La vida en comunidad y el servicio a los demás son esenciales en su espiritualidad, que está imbuida del carisma vicenciano.
El padre Vicente Lebbe inculcó en sus seguidores la necesidad de vivir cerca de los pobres, no como benefactores distantes, sino como hermanos que comparten sus penas y alegrías. Para los «Hermanitos», el trabajo misionero no es solo una actividad exterior, sino una forma de vida que transforma tanto a quienes sirven como a aquellos que son servidos.
El emblema de los Hermanitos de la Congregación de San Juan Bautista fue diseñado personalmente por su fundador, el P. Vicente Lebbe. Lleva el lema en latín Violenti Rapiunt Illud («Los violentos lo arrebatan»), inspirado en la profunda admiración del P. Lebbe por el Patrono de la Congregación, San Juan Bautista, inspirándose en un versículo del evangelio de Mateo: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mt 11,12). La forma del escudo en el emblema simboliza la estabilidad de la fe, mientras que las abejas representan la diligencia desinteresada, reflejando la vida de San Juan Bautista, quien sobrevivió en el desierto comiendo langostas y miel. Así, las abejas y la miel en el escudo transmiten un fuerte espíritu de trabajo arduo. Durante la época del fundador, la cruz verde en el diseño simbolizaba la naciente Congregación, con la promesa de un crecimiento sin fin, al igual que la vida vegetal crece en la tierra. El fondo blanco con bordes amarillos se inspira en la bandera papal, simbolizando la lealtad inquebrantable de la Congregación hacia el Papa.
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La historia de los «Hermanitos de San Juan Bautista» y la vida del padre Vicente Lebbe son un testimonio vibrante del poder transformador del carisma vicenciano en contextos misioneros. A través de su paso por la Congregación de la Misión, Lebbe aprendió a ver a Cristo en los pobres y a servirles con todo el corazón, una enseñanza que llevó a su máxima expresión en su trabajo en China.
Los «Hermanitos», con su dedicación a los más necesitados y su compromiso con una Iglesia verdaderamente china, siguen siendo una manifestación viva de los ideales de San Vicente de Paúl. A través de su vida sencilla, su humildad y su servicio desinteresado, encarnan el espíritu del Evangelio y continúan la misión que Vicente Lebbe comenzó hace más de un siglo.
Contacto:
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