Impedir los planes de Dios para nosotros
Jesús llama a todos los pequeños, cansados y agobiados, para aliviarles de la carga que viene de los sabios que los buscan impedir.
Uno que no era del grupo de los discípulos de Jesús echaba demonios en nombre de este. Y los discípulos lo quisieron impedir al exorcista. Pero resultó que los discípulos, al querer impedirle, dieron a conocer que no creían ni sentían al igual que Jesús.
Y una vez más se dan a conocer así ellos. Pues tratan de impedir a los niños ir al Maestro. Pero él, a su vez, se enfada y les dice que dejen a los niños acercarse. No los han de impedir los discípulos.
Pero los niños no son los únicos que tratan de impedir los con mucho o poco saber. Los entendidos y los alumnos desechan también a la gente sencilla de los campos y de poco o ningún estudio. Ellos toman a tal gente por grosera, ignorante, balbuciente, no culta, no religiosa. Ni digna de tener parte en la gracia y las buenas cosas que quiere Dios para todos, pero se las arrogan los sabios.
Se les desecha también a las mujeres que gimen bajo el yugo machista. La ley de Moisés, por ejemplo, deja al marido escribir un acta de divorcio y repudiar a su mujer. Pero esto no lo puede hacer la mujer.
Mas Jesús no se pone de acuerdo con esto. Al marido y la mujer los toma él por iguales; los creó Dios hombre y mujer. Afirma Jesús, por lo tanto, el plan de Dios desde el principio para el hombre y la mujer. Los dos son una sola carne y así se han de quedar. Al hombre no se le permite tratar a su mujer cual una cosa no más que él posee o usa ni dominarla.
No impedir a los pequeños
No impedir los planes de Dios quiere decir, pues, no dejar que haya entre nosotros los que dominan a los demás. Los que se buscan las primeras y mejores sedes de riqueza y poder donde se les servirá a ellos.
Entre nosotros, se necesitan los que «buscan el último lugar para acoger, servir, abrazar y bendecir a los más débiles y necesitados». Estos son vulgares y groseros, pero esto no nos ha de impedir atenderles (SV.ES XI:725). Y no, no se les deja a las mujeres recibir las órdenes sagradas mayores. Con todo, pueden ellas ponerse de acuerdo con los planes de Dios al hacerse ellas madres de los niños abandonados (SV.ES X:753).
Así que gracias al Padre, sí, por revelar as los pequeños las cosas que esconde él a los sabios.
Señor Jesús, manso y humilde de corazón, nos dices que el reino del cielo es de los niños y de los que son al igual que ellos. No dejes que les queramos impedir tener parte en tus bendiciones y dádivas. Haz que los acojamos y les sirvamos, y tengamos parte en tu perfección por medio de sufrir por ellos hasta entregar el cuerpo y derramar la sangre. Déjanos darles gloria, para que no pequemos contra tu cuerpo y tu sangre.
6 Octubre 2024
27º Domingo de T.O. (B)
Gén 2, 18-24; Heb 2, 9-11; Mc 10, 2-16
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