Ira justa y constructiva como la de Jesús
Jesús introduce el reino de Dios y su justicia. Se inflama, por lo tanto, su ira al ver a nosotros encerrarnos en nuestros intereses, indiferentes a los pobres.
Se acerca a Jesús un leproso, el cual se pone de rodillas y le suplica: «Si quieres, puedes limpiarme». Y se nos dice o lee a continuación que Jesús reacciona con compasión. Pero hay los que sustituyen «compasión» por «ira».
Por supuesto, nos parece más lógico suponer que la compasión le corresponde a Jesús mejor que la ira. Después de todo, queda claro en los evangelios que él es amigo de los excluidos, como los leprosos. Es amigo sobre todo de los pecadores, prostitutas y gentes que nadie quiere. Se parece a su Padre que acoge a los «impuros».
Con todo, la ira, ser firme, a veces se aplica bien a Jesús. No hay duda de que él es compasivo y suave. Pero la ira resulta coherente con el modo brusco en que despide él al leproso sanado. También muestra ira Jesús al ver llorar a María y al llegar a la tumba de Lázaro.
Motivos de la ira de Jesús
Él, sí, es suave y firme a la vez (SV.ES VII:197). Pero su firmeza, la que toma la forma de ira, tiene que ver con ser él suave y compasivo. Es decir, se enoja con la lepra y con la muerte. Pues no soporta ver al leproso marginado y reducido a basura o desecho no más. Ni soporta la muerte de Lázaro por las penas que ella provoca.
Pero puede ser también que la ira de Jesús nazca de su desilusión con la gente y con el leproso, Pues ve el que predica la Buena Noticia del reino qué les interesa a la gente y al leproso. La gente y el leproso buscan más las señales del reino que el reino mismo. Buscan no más sus sanaciones, cada uno su propio bien. No buscan el reino de Dios ni el cambio de pensar y actuar que se les pide (Comentarios al evangelio 4 y 6). De ahí, sí, la ira de Jesús.
Y en cuanto a nosotros, ¿se relaciona nuestra ira con la pasión por la justicia? ¿No somos de los que quieren más los milagros y los prodigios que una palabra de verdad? Y nos toca hacer un examen de conciencia a ver si nosotros también buscamos no más nuestro propio bien. A ver si, con tal que haya de comer, ya no nos preocupamos de nada más (SV.ES XI:397). Y si nos hemos de arrepentir, entonces, a tiempo viene la cuaresma.
Señor Jesús, concédenos la ira que nos haga reaccionar con fuerza y con espíritu creativo frente a las necesidades de los pobres de nuestro tiempo, y dispuestos también a entregar nuestros cuerpos y derramar nuestra sangre por ellos.
11 Febrero 2024
6º Domingo de T.O. (B)
Lev 13, 1-2. 44-46; 1 Cor 10, 31 – 11, 1; Mc 1, 40-45
0 comentarios