Alimento para el alma: Navidad, tiempo de alegría
«¿DE QUÉ ME SIRVE QUE MARÍA DIERA A LUZ AL HIJO DE DIOS HACE 1400 AÑOS Y YO NO DÉ A LUZ AL HIJO DE DIOS EN MI PERSONA, EN MI CULTURA Y EN MI TIEMPO?»
MEISTER ECKHART
En los meses que preceden al 25 de diciembre, es posible que nos encontremos en debates con otras personas sobre las fechas y el momento adecuado para comenzar el espíritu festivo: cuándo debemos poner nuestros adornos navideños, cuándo se puede cantar o tocar el primer villancico, o si los grandes almacenes y las cafeterías han puesto sus escaparates navideños demasiado pronto. Todo el mundo tiene una opinión.
Los Evangelios reflejan esta dicotomía de opiniones. Para Mateo y Lucas, los extensos relatos que rodean el nacimiento de Jesús prefiguran su vida adulta. La riqueza de sus narraciones nos proporciona las imágenes importantes de la época: los viajes de María y José hacia y desde la Ciudad de David, la aparición de los ángeles que proclaman la Buena Nueva, la peregrinación de los sabios ancianos que traen regalos simbólicos y la multitud de pastores que rinden homenaje al recién nacido. Por otra parte, los autores de Juan y Marcos no pierden tiempo en lanzarse a la misión y el ministerio de un Jesús adulto. No dan importancia a los relatos de la infancia de Jesús.
La presencia de los relatos de la Natividad es importante. Inician dos de los Evangelios por una buena razón. La palabra «Evangelio» tiene origen griego y se traduce como «buena noticia». El nacimiento de un niño es sin duda una buena noticia. La Buena Nueva se reconocía, en primer lugar, por el cumplimiento de los signos y las esperanzas que el pueblo de Israel estaba esperando. La gente esperaba un Mesías, una persona que les salvara de la opresión y diera plenitud a sus vidas. Muchos de los signos se manifestaron de la manera esperada, y otros comunicaban la profunda naturaleza reveladora y revolucionaria del nacimiento de Jesús. Este bebé no era el líder político que muchos esperaban. Es la presencia misma de Dios, plenamente humano y plenamente divino. Es una época de alegría, paz, esperanza y amor, porque todas estas virtudes merecen ser señaladas y celebradas.
Es comprensible que los periodos que rodean a la Navidad puedan ser tiempos de fatiga y agotamiento. La Navidad es más que una época de reuniones con la familia y los amigos, o de compra e intercambio de regalos. Si la celebración de las fiestas se centra únicamente en los elementos consumistas de los regalos, la comida y las compras, puede parecer vacía. La alegría de la Navidad permanece en el núcleo de la temporada: celebrar la buena noticia de un niño que crece en fuerza y sabiduría para seguir proclamando la buena noticia del Reino de Dios con la palabra, la acción y el ejemplo. ¡Dios está con nosotros!
De: Firewood for the soul, vol. 2, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill.
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