Hermano en especial de los desechados
Pastor y Rey, Jesús nos guía y nos salva. Es hermano, en especial, de los pobres. Nos quiere hermanos y hermanas de todos al igual que él.
Nuestro Guía y Salvador no se avergüenza de llamarnos hermanos y hermanas. Esto, por supuesto, quiere decir que él es nuestro hermano.
Su oración, por otra parte, deja claro que somos todos hijos e hijas de un Padre. Por lo tanto, los hombres todos somos hermanos y hermanas. Y lo somos sea cual sea nuestra iglesia, religión, nación o clase social.
Y, en el juicio final, no valdrán tales cosas que usamos para distinguirnos y apartarnos los unos de los otros. Pues el Pastor y Rey se servirá de una sola regla para juzgarnos, a saber, la compasión.
Es decir, él los proclamará benditos a los que anuncian de palabra y de obra la Buena Noticia. En otras palabras, les asisten ellos a los pobres de todas las formas (SV.ES XI:393).
Se les proclamará malditos, en cambio, a los que cierran sus entrañas a un hermano o hermana en necesidad. Y no vale nada el culto de ellos (Is 1, 11-17; 58, 3-7). Con razón, pues, los que dan culto verdadero y puro a Dios no dejan de ayudar a los pobres.
Quiere Jesús, nuestro hermano, que seamos hermanos y hermanas de todos, en especial, de sus más pequeños hermanos y hermanas.
Mas hablar del culto verdadero no quiere decir que hay que darse cuenta de Dios al hacerse o no las buenas obras. Esto lo deja claro la sorpresa de los que dicen: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, …?». Pues dense cuenta o no los que que hacen obras de compasión, igual su obrar es de Dios y de Jesús. Por lo tanto, no pueden sino ser de Dios y de Jesús.
Y dense cuenta o no los que no son compasivos, niegan ellos a Dios y da Jesús. Es que lo propio de éstos es la compasión (SV.ES XI:253). ¿Qué acuerdo puede haber entre los compasivos y los no compasivos?
Así que ver afligido a un hermano y no compadecerse de él quiere decir, en efecto, no creer en Dios. Es ser cristiano en pintura, es carecer de humanidad, es ser peor que las bestias (SV.ES XI:561). Y por decirlo esto de otro modo, no tener compasión es no ser fiel a Dios ni a Jesús ni a sí mismo.
Tener compasión nosotros, por otra parte, quiere decir ser fieles, en primer lugar, al Padre de todos. Compasivo no quiere que se deje atrás ni uno de sus hijos.
Fieles, en segundo lugar, a Jesús. Al hacerse hermano nuestro, nos pide a la vez que nos amemos los unos a los otros como buenos hemanos y hermanas. Y nos ama él hasta darnos de comer su cuerpo y de beber su sangre. Y tal comer y beber entraña un compromiso en favor de los pobres (CIC 1397).
En tercer lugar, fieles a nosotros mismos. Pues somos humanos de verdad al hacernos hermanos y hermanas de todos. En especial, de los más pequeños hermanos y hermanas de Jesús.
Señor Jesús, nuestro hermano, haz que tengamos ojos y corazón para los pobres: que te veamos a ti en ellos, en su sed, en su hambre, en su soledad, en su desventura; que te podamos contemplar y servir en en ellos, y un día unirnos a ti y a ellos en tu reino. Concédenos captar que reinar, ser todo para todos, quiere decir ser humildes esclavos y esclavas, y morir por los demás.
26 Noviembre 2023
34º Domingo de T.O. (A) – Jesucristo, Rey del Universo
Ez 34, 11-12. 15-17; 1 Cor 15, 20-26. 28; Mt 25, 31-46
0 comentarios