Un corazón misionero
En la pequeña aldea de Las Flores, Belice, la pobreza abunda y las oportunidades son escasas; sin embargo, es un lugar de belleza, amor y compasión. Esto es lo que Mark y Cindy Rhonemus han descubierto al adoptar esta aldea centroamericana como su segundo hogar. También es aquí, en Las Flores, donde los dos contables jubilados han creado una organización sin ánimo de lucro llamada Misiones San Miguel Arcángel, con el objetivo de mejorar el acceso a la vivienda, la sanidad y la educación de sus nuevos vecinos. La apertura de sus corazones al cuidado de la gente de Las Flores comenzó con su experiencia de voluntariado a través del Programa de Voluntariado de Misiones Laicas de las Hermanas de la Caridad de Nazaret. En 2015, la pareja viajó con las Hermanas y voluntarios a Nueva Orleans, devastada por el Katrina, para reconstruir una casa para las víctimas del huracán. Cuando al año siguiente surgió la oportunidad de unirse a otro viaje misionero, esta vez para construir una casa para una familia en la ciudad de Belice, estaban entusiasmados. «Nos enamoramos de Belice y de su gente —dice Cindy—. Siempre habíamos querido trabajar en misiones, pero nunca habíamos pensado en Centroamérica». La pareja realizó su primer viaje misionero a Haití en 1998, poco después de la pérdida de un hijo. Siguieron apoyando económicamente a ese grupo misionero, pero nunca perdieron ese deseo de salir y hacer trabajo misionero laico. Después de jubilarse, simplificar sus vidas y mudarse a Alabama, buscaron más oportunidades para ayudar, conectando finalmente con las Hermanas de la Caridad de Nazaret (SCN). Con un exitoso primer viaje a Belice en 2016, la pareja regresó con el equipo de voluntarios de las Hermanas para construir más casas en 2017 y 2018. Al final de este último viaje, Mark y Cindy se animaron a visitar La Flores. Comprobaron de primera mano la falta de recursos y la abrumadora necesidad de ayuda en esta comunidad. «Allí todavía hay muchísima gente que no tiene baños, ni fontanería interior, ni electricidad —dijo Cindy—. Hemos estado construyendo casas para gente que ha vivido en suelos de barro con palos, linóleo y techos de hojalata para sostenerse». Una de las familias que conocieron en Las Flores fue la de Manuel Martínez y su madre, María, cuya pequeña casa de bloques se empezó a construir pero quedó inacabada, dejándoles en unas condiciones de vida pésimas. Sor Luke Boiarski, directora del Programa de Voluntarios de Misiones Laicas de SCN, que les llevó a Belice, preguntó a la pareja si podían ayudar a recaudar fondos para terminar de construir la casa. Con la ayuda de amigos, familiares y algunos de sus propios fondos, recaudaron el dinero. En enero de 2019, Mark y Cindy regresaron a la aldea con un nuevo equipo para terminar la casa, añadiendo un baño y electricidad. Fue conmovedor ver que Manuel y su familia por fin tenían un hogar propio. Pero la vivienda no fue la única necesidad que encontraron durante su estancia en el pueblo. A medida que entablaban relaciones con los residentes, veían cómo los niños se entusiasmaban con los helados o los juguetes, pero también cómo muchos de ellos carecían de acceso a una educación de calidad. Estuvieron de celebración con mujeres embarazadas, pero también conocieron sus dificultades para acceder a la atención sanitaria, como ecografías y revisiones médicas. «A veces cuesta creer que la gente siga viviendo como vive cuando hay tanta riqueza en el mundo», dijo Cindy. Mark y Cindy sabían de corazón que podían hacer más para ayudar a esta gente maravillosa, así que se pusieron en contacto con los líderes de la aldea y con sor Luke. Surgió la idea de construir un edificio de dos plantas —una casa-misión— que sirviera de centro para los voluntarios y los profesionales médicos visitantes, así como para cubrir otras necesidades de la comunidad. Así nacieron las Misiones San Miguel Arcángel. Gracias a muchas oraciones, donaciones e incluso a través de una pandemia mundial y restricciones de viaje, Mark y Cindy vieron la construcción de la casa-misión terminada en 2022. Inicialmente, su plan era ayudar a construir la casa y seguir involucrados en la zona como colaboradores. Sin embargo, una cosa llevó a la otra y acabaron dirigiendo la nueva organización benéfica. «Si hace tres años nos hubieran dicho que tendríamos nuestra propia misión, no sé si me lo habría creído —dice Cindy—. Siempre supimos que queríamos hacer trabajo misionero, pero sentíamos que lo haríamos con otros». Aun así, aceptaron el reto. A través de las Misiones San Miguel Arcángel, ofrecer experiencias de inmersión en Las Flores es esencial para concienciar sobre las necesidades que hay allí. Mark cree que no se puede ser verdaderamente tocado y llamado a ayudar sin ver la necesidad de primera mano, y ahora pueden ofrecer esa oportunidad a otros muchos, como se les ofreció a ellos. «Su fe es grande. Eso es lo que tienen —dice Mark sobre la gente de Las Flores—. No tienen muchas posesiones materiales», pero sí tienen fe. Las Misiones San Miguel Arcángel se centran en cuatro áreas principales: educación, sanidad, vivienda y concienciación. La construcción y renovación de viviendas sigue siendo una parte importante del trabajo de la misión, que ha construido o reparado más de 20 casas hasta la fecha. Con una gran demanda de viviendas, la lista de espera es larga y sigue creciendo, pero se ajusta en función de una serie de factores que toma en consideración un comité de selección que incluye a líderes de la iglesia y del pueblo. Aparte de la vivienda y los viajes de inmersión, Mark y Cindy intentan aumentar el acceso a la atención médica en Las Flores y el apadrinamiento de niños para que asistan a la escuela. Actualmente, apadrinan a 42 alumnos de primaria, dos de secundaria y cuatro universitarios, pero prevén apadrinar a más estudiantes el próximo curso escolar. En cuanto a la atención sanitaria, pretenden establecer una clínica médica en la casa-misión para atender a los residentes que, de otro modo, carecerían de ella. La pareja, por su cuenta, ha proporcionado transporte a citas médicas o cubierto el coste de pruebas y tratamientos para algunos de los aldeanos que han conocido por el camino. Poder organizar una clínica local, aunque fuera periódicamente, supondría una gran diferencia. Mark y Cindy, que antes acompañaban a los voluntarios en sus viajes misioneros a través de las Misiones San Miguel Arcángel, ahora pueden acoger a voluntarios y a sus propios grupos. En febrero, recibieron con entusiasmo a un grupo del Programa de Voluntarios Misioneros Laicos de SCN. «Aunque es pronto en su ministerio, ya se puede ver cómo la comunidad los abraza», dijo Ellen Spring, subdirectora del Programa de Voluntarios de Misiones Laicas, que fue en el viaje de febrero a Las Flores. Añadió que hay algo en Las Flores que atrae a la gente porque se sienten acogidos. Con la oportunidad de sumergirse en esa cultura, también hay más oportunidades para que el pueblo prospere. Sor Luke dice que planea que sus grupos de voluntarios sigan trabajando con Mark y Cindy en el futuro. «Siempre estamos agradecidos de colaborar con las Hermanas de la Caridad de Nazaret,, porque fueron quienes nos hicieron despegar», dice Mark, aunque añade que hay necesidades de sobra para cualquier entidad que quiera ayudar. La nueva presencia de la pareja en Las Flores también es importante para las Hermanas por otro motivo. Las Hermanas trabajaron en el pueblo durante muchos años, y la biblioteca que construyeron allí sigue en uso. «Siempre preguntan por las Hermanas —dice Cindy de los habitantes del pueblo—. Incluso después de todo este tiempo, tienen esa conexión con ellas porque cuando las Hermanas estaban allí, ayudaban realmente a la comunidad de muchas maneras». Aunque las Hermanas ya no están físicamente presentes en Las Flores como lo estuvieron en el pasado, la misión de Mark y Cindy ofrece una oportunidad para que las Hermanas continúen esa relación enviando voluntarios a trabajar con ellos o incluso a través de apoyo monetario. Recientemente, el Fondo del Ministerio SCN anunció la aprobación de la solicitud de subvención de la misión para comprar suministros médicos para la clínica de la casa de la misión. «Estamos muy contentos de haber recibido esta subvención de las Hermanas», dijo Cindy. Con el establecimiento de la casa-misión y sus recursos, Mark y Cindy han encontrado su verdadera vocación. Para ellos, Las Flores es algo más que otro lugar de voluntariado: se ha convertido en su hogar, y su gente en su familia. A medida que sigan creciendo, esperan hacer aún más para mejorar la calidad de vida allí. «Me siento bendecida de muchas maneras porque tenemos la oportunidad de servir allí y estar con la gente —dice Cindy—. Con nuestra misión, hemos hecho muchos amigos que son como de la familia. Nos han acogido y formamos parte de su cultura. Es simplemente maravilloso». Fuente: https://nazareth.org/
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