Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos. Proponer una vida con sabor a Evangelio. Invitar a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Fraternidad abierta: para reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física. ( F.T. 7) Papa Francisco.

El CARISMA VICENTINO Desde su nacimiento en 1617, ha manifestado el impulso misionero de ir más allá de las fronteras. Esto lo afirmábamos en la pasada ASAMBLEA DE LA FAMILIA VICENTINA, celebrada en Bogotá cuando reflexionábamos sobre Vicente de Paul y Luisa de Marillac como dos signos de sinodalidad de ayer y de hoy. Ellos se lanzaron por los caminos del mundo, de la Iglesia, de los pobres con una entrega generosa, solidaria y audaz. Los MISIONEROS SEGLARES VICENTINOS, hemos entendido muy bien lo que significan estas palabras del Papa Francisco en su carta apostólica Fratelli Tutti.

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Nos constituimos en caminantes por los caminos de la Patria de norte a sur llevando la alegría de pertenecer a nuestra Iglesia Católica y con la propuesta de una vida con sabor a Evangelio traspasando barreras personales grupales u otros inconvenientes económicos o de diferencias raciales, religiosas y/o regionales.

Para nosotros es una convicción y una norma de vida que el CARISMA VICENTINO DE AMOR A LOS POBRES ES UN DON que Dios ha concedido a la Iglesia, y a la familia Vicentina especialmente y es éste carisma como soplo del Espíritu el que nos ha impulsado para llegar a las familias, a los niños (a) jóvenes y ancianos con la ternura,  decisión e invención  que lo hicieron Vicente de Paúl, Luisa de Marillac, Margarita Naseau, Federico Ozanam o tantos otros… utilizando los medios de comunicación que tenemos a nuestra disposición.

Acompañamos a muchas familias.

• Con el rezo de Santo Rosario y Novena de Navidad – Virtual y presencial
• Misiones rurales en varias partes de nuestro país, especialmente en los tiempos litúrgicos de Navidad y Semana Santa en: Nimaima (Cundinamarca), Guaranda, Majagual, La Mojana Sucreña y muchos otros.
• Acompañamiento a jóvenes pre y adolescentes en un Hogar internado
• Acompañamiento a adultos mayores
• Catequesis semanal en veredas
• Nos acogimos a la nueva realidad tecnológica de la virtualidad, con la creación de un Grupo de Misevi Virtual que transpasa las barreras de la geografía Colombiana.

En este momento nos preparamos para vivir la GRAN MISIÓN VICENTINA DEL BAJO CAUCA Y LA MOJANA SUCREÑA Cuyo lema será: “Bautizados en el Espíritu para caminar en la construcción del Reino de Dios”.  convocada por la Congregación de la Misión, como agradecimiento a Dios por dos importantes acontecimientos: Los 400 años de fundación de la Congregación de la Misión, próximos a celebrarse en el 2025 y, los 20 años de fundación en Colombia, de los Misioneros Seglares    Vicentinos, MISEVI, celebrados en Silencio en el 2021 por la pandemia, la cual se llevará cabo del 9 al 17 de julio 2023, con la participación de integrantes de varias ramas de la FAMILIA VICENTINA DE COLOMBIA.

La  Zona a misionar es una región azotada por los desbordamientos del río Cauca y sus afluentes, fenómeno que ha venido causando estragos tanto en vidas como en las pertenencias de los humildes campesinos.

Tenemos siempre presente en nuestro corazón estas palabras de San Vicente de Paúl a la congregación de la Misión, las Hijas de la Caridad y todo el laicado movilizado por el Carisma Vicentino de que somos misioneros, porque enviados por Dios, continuamos la misión de Jesucristo:

“Sí, nuestro Señor pide de nosotros que evangelicemos a los pobres: es lo que él hizo y lo que quiere seguir haciendo por medio de nosotros. Tenemos muchos motivos para humillarnos en este punto, al ver que el Padre eterno nos destina a lo mismo que destinó a su Hijo, que vino a evangelizar a los pobres y que indicó esto como señal de que era el Hijo de Dios y de que había venido el Mesías que el pueblo esperaba. Tenemos, pues, contraída una grave obligación con su bondad infinita, por habernos asociado a él en esta tarea divina y por habernos escogido entre tantos y tantos otros, más dignos de este honor y más capaces de responder a él que nosotros.” (SV XI-3, 386)