Al finalizar el año, ¡cuán grande es Dios!
Llega a su fin el año 2022 y recibimos con alegría el 2023, con la esperanza de que consigamos entre todos hacer un mundo más justo y feliz para todos.
Cuenta la historia que, hacia 1885, mientras el poeta sueco Carl Boberg regresaba de una reunión y caminaba por el campo, súbitamente se desató una gran tormenta, con rayos y truenos que sacudian los cielos violentamente. Al refugiarse entre unos árboles, esperando que el cielo se despejara y dejara de llover y tronar, Boberg reflexionó en la grandeza de Dios y compuso este conocido himno cristiano: ¡Cuán grande es Dios! Que este sea nuestro último pensamiento del año. Cuán grande es Dios en la naturaleza, pero también en los hombres y mujeres que nos acompañan, en los pobres a los que servimos, y en el regalo que nos dio enviando a su Hijo Jesucristo.
Seguramente finalizamos este año con sentimientos encontrados: por un lado, la esperanza que se abre en el comienzo de un nuevo ciclo; por otro, las penas, conflictos y pérdidas que acumulamos tras prácticamente tres años llenos de turbulencias, dolor, enfermedad y guerra. No podemos desprendernos ni ignorar este bagaje que llevamos, como humanidad, al nuevo año. Y, como creyentes, no podemos menos que ponerlo todo en manos del Señor de la historia, confiar en su Providencia, sabiendo que —como Federico Ozanam les decía a sus padres— «Dios nos oirá, dándonos fuerza y valor; su Reino nos llegará y, sea cual sea el porvenir, marcharemos con pasos firmes hacia el destino que nos espera» (carta su madre de 23 de diciembre de 1831).
Que el año 2023 que está a punto de comenzar nos traiga aquello que necesitemos, renueve nuestra fe y, sobre todo, nos anime a trabajar solidariamente por un mundo donde nadie muera ni padezca a causa del egoísmo de los demás. Así estaremos glorificando el nombre de Dios y construyendo su Reino.
Señor, mi Dios, al contemplar los cielos,
el firmamento y las estrellas mil,
al oír tu voz en los potentes truenos
y ver brillar al sol en su cenit…
Mi corazón entona la canción:
¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
Mi corazón entona la canción:
¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
Cuando el Señor me llame a su presencia,
al dulce hogar, al cielo de esplendor,
le adoraré cantando la grandeza
de su poder y su infinito amor.
Mi corazón entona la canción:
¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
Mi corazón entona la canción:
¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
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