Creemos Lazos: Los jóvenes de la ciudad de Como (Italia) se encuentran con la marginalidad
«Legami» [Lazos, en italiano] es un grupo en la ciudad de Como (Italia) que se organizó para crear oportunidades de encuentro y diálogo entre las personas que viven en las periferias y los jóvenes. El objetivo es formar una relación con los que están solos y marginados para responder a la necesidad universal de la humanidad. La experiencia del grupo comenzó en 2011 a partir de una iniciativa del Oratorio de la Parroquia de Tavernola (cerca de Como). Agradecidos por la experiencia de servir a las personas que viven en la calle de Milán, unos quince jóvenes entendieron que esto podía repetirse en la ciudad de Como, confiando en poder compartir con sus compañeros este servicio como experiencia de fe, vivida concretamente a través del servicio de ayuda y escucha a quienes viven en situaciones de pobreza y penuria.
Se puede imaginar «Legami» como el hilo de un ovillo rojo que se despliega rodeando a las personas, acercando sus vidas y, sin preocuparse de las diferencias, amando y acogiendo las diversidades que hacen a cada uno importante. Es extraordinario construir entre nosotros, y con las personas que encontramos, relaciones cálidas basadas en el diálogo y la escucha mutua.
El centro del actuar de Legami es el Evangelio, en particular el mandamiento del Amor (Mt 19, 16-19) que nos invita a ir hacia el otro como un hermano a quien debemos amar. Nuestras “giras” semanales de encuentros parten de la iglesia de Santa Cecilia, en el centro de Como, donde, guiados por nuestro asistente espiritual, el padre Francesco Gonella, CM, escuchamos la Palabra para ser después capaces de saborearla mejor en la comunión con el otro. Sigue un tiempo de intercambio, tras el cual los participantes se organizan en pequeños grupos. Cada grupo, tiene un acompañante y una meta diversa que incluye lugares de acogida, refugios improvisados y camas al aire libre.
Con una tarta para compartir y un vaso de té caliente (o refresco de naranja en verano) nos acercamos con delicadeza a las personas, sin pretender tener algo que dar o cambiar sus vidas, sino con el deseo de estar cerca y conocernos. Es una escuela de vida, donde aprendemos la belleza del encuentro y la llevamos a la vida cotidiana.
¿Qué llevamos en nuestra «mochila»? El deseo de encuentro: el reflejarnos con otra persona nos lleva a reconocer que el contacto con el otro es lo que nos ilumina sobre nosotros mismos. Un corazón abierto para aprender, para mirar más allá y así liberarnos, poco a poco, de cualquier prejuicio. Armonía: cada nota es diferente y precisamente, si se coloca junto a otras, siempre nace algo nuevo, ¡incluso con las que desafinan un poco! Buenos oídos: a veces es mucho más importante dedicar nuestra presencia a la escucha sincera que intentar levantar la moral con ríos de palabras. La tarta de la abuela: un gesto sencillo que representa el sentido de nuestras salidas: una dulzura que sabe a familia, a amor. Lo que traes a casa es muy personal. Cuando vuelves puedes ver la huella que has dejado, que no llama inmediatamente la atención porque el vínculo suele ser invisible. Sin embargo, como un hilo, cuando lo recorres, te lleva de vuelta a la persona que está en el otro extremo, porque cada vez, se renueva la invitación a mantener viva la vitalidad en el vínculo establecido. Sin embargo, como un hilo, si lo recorres, te lleva de vuelta a la persona del otro lado, porque cada vez que se renueva la invitación para mantener viva la linfa en el vínculo establecido.
La actividad de “Legami” no se detiene en la experiencia del servicio, sino que pretende promover la educación en la fe a través de acciones concretas y, para ello, propone talleres y sesiones de animación en oratorios, escuelas, comunidades y asociaciones; y en verano, ofrece campamentos de formación.
Fuente: https://www.filles-de-la-charite.org/
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