Desde un punto de vista vicenciano: Acudid a José
En este año, en el que el papa Francisco nos ha invitado a prestar una especial atención al patriarca de la Sagrada Familia, probablemente ya hemos escuchado más de una vez la expresión «Acudid a José» (Ite ad Joseph) como estímulo cristiano. El Santo Padre la utiliza ya en su carta apostólica Patris Corde. La frase tiene su origen bíblico en la historia de José, el hijo de Jacob, a quien sus hermanos vendieron al cautiverio egipcio. Como intérprete de sueños, José se gana la estima del Faraón y se convierte en visir de todo Egipto, su segunda figura más poderosa. En la época de la abundancia, José se encarga de acumular reservas de alimentos en su tierra de adopción. Cuando estalla la hambruna, gentes de todo el mundo se dirigen al Faraón para pedirle sustento. Sus instrucciones dan lugar a la actual frase de moda: «Acudid a José y haced todo lo que os diga» (Gn 41,55).
En el Nuevo Testamento, me imagino escuchar estas palabras en los labios de María cuando hablaba con el joven Jesús: «Acude a José —aunque sin duda dijo Abba— y haz todo lo que te diga». Buscar la ayuda, el apoyo y la sabiduría de José fue probablemente una segunda naturaleza para María y Jesús mientras crecían en Galilea. Su infalible voluntad de demostrar las bendiciones de Dios a su esposa y a su hijo salía a relucir, sin duda alguna. ¿Te imaginas a María diciéndose a sí misma mil veces «debo ir a José y pedirle consejo sobre este asunto», al igual que José diría algo similar sobre ella? ¿Te imaginas a Jesús diciendo «tengo que ir a abba a buscar su ayuda»? Sí, esta expresión del Antiguo Testamento tendría múltiples aplicaciones para la Sagrada Familia.
¿Soy demasiado fantasioso cuando pienso en lo diferente que podría haber sido la fiesta de las bodas de Caná si José estuviera allí? Recordarás que tanto Jesús como María asisten. Cuando María reconoce que el vino se estaba acabando, se lo menciona a Jesús y luego dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga» (Jn 2,7) (¿Reconoces la similitud con las palabras del Faraón anteriores?) Esto lleva a que el agua se convierta en vino. Si José estuviera allí, ¿habría hecho su observación a él y luego habría dirigido a los sirvientes de forma similar «Acudid a José. Haced lo que él os diga». No se convierte el agua en vino, sino que se cuenta con José para encontrar una solución. Me lo imagino así.
En este año, en el que celebramos a José de manera especial, ¿tiene esta frase un significado particular? ¿Nos vemos acudiendo a José y buscando su consejo en asuntos relacionados con la familia, el trabajo, la justicia, la entrega a la voluntad de Dios? ¿Podemos imaginarnos que él podría aconsejarnos sobre cómo callar y escuchar mientras invitamos a otros a hablar? ¿Podría fortalecernos en nuestro respeto a las enseñanzas de la Iglesia, en nuestra dedicación a la oración, en nuestra confianza en la bondad y protección de Dios? ¿Tiene él alguna orientación que ofrecernos sobre la humildad, la comprensión y la aceptación? Sí, acudir a José es una buena idea y hacer todo lo que nos diga tiene mérito. Buscar la intercesión de José refleja nuestra sabiduría y confianza en un hombre bueno. En mi opinión, mientras estuvo vivo, José era la persona a la que había que acudir en la Sagrada Familia. Lo que fue suficiente para Jesús y María es ciertamente suficiente para nosotros.
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