Desde un punto de vista vicenciano: Lecciones de María sobre José
Los Evangelios nos instruyen sobre José al llamar nuestra atención sobre las palabras y acciones de Jesús. La aplicación del principio «de tal palo, tal astilla» invita a apreciar al hombre que fue tan decisivo en la formación vital de Jesús.
María también puede enseñarnos el carácter y la dedicación de José. Al fin y al cabo, nadie le conocía mejor. Ella no habla de su cónyuge, pero sus acciones y sus pocas palabras proporcionan valiosas ideas. ¿Qué lecciones surgen para nosotros al considerar a esta santa pareja?
Un elemento nuclear es la confianza que María deposita en José. Él la invita a su casa como esposa, y ella va. A partir de entonces, María confía en José para que cuide de ella y de su hijo. Cuando está embarazada de ocho meses, viaja con él a Belén. En un momento en que una mujer querría el apoyo de su madre y de otras mujeres, María confía en José y se pone en camino. Luego, confía en los sueños que José recibió del Señor mientras viajan a un exilio egipcio para proteger a Jesús. Regresan después de un tiempo y finalmente se instalan en Nazaret. La confianza que María deposita en José en estos primeros días sólo podía crecer a medida que pasaban los años juntos. Él era digno de confianza.
Un segundo elemento que María nos asegura sobre José tiene que ver con su fe. A menudo escuchamos cómo la Sagrada Familia lleva a cabo las prácticas del judaísmo. Sin embargo, hay que reconocer algo más. El encuentro de María con Gabriel tiene su paralelo en los sueños de José. Él cree lo imposible y ella sabe que ha depositado su fe en el Señor. Ella se da cuenta de que Dios ha actuado en la vida de José de forma extraordinaria, al igual que en la suya. La fe de uno apoya la del otro. Lo que María expresa en su encuentro con Isabel a través del Magnificat encuentra su expresión en las experiencias cotidianas con José. Era un hombre lleno de fe.
Un tercer elemento que María nos sugiere sobre José es la forma en que son compañeros de auxilio. El relato del hallazgo de Jesús adolescente en el Templo le da la oportunidad de decir esta verdad en voz alta:
Cuando sus padres lo vieron, se asombraron, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando con gran ansiedad». (Lc 2,48)
María expresa su preocupación y la de José como una sola. Escucha de nuevo:
«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?»
«Tu padre y yo te hemos estado buscando»
«[Los dos estábamos llenos] de gran ansiedad»
María no tiene ninguna duda de que lo que ha estado pasando dentro de ella, ha estado pasando dentro de José. Son una pareja que piensa y actúa igual. Se conocen bien y se apoyan mutuamente en sus acciones. José es un compañero de confianza y de ayuda.
Como último punto, insistiré en que María sabía que José era un hombre que podía amar. Podía amarla como su esposa y podía amar a Jesús como su hijo. No puedo imaginarme a la Sagrada Familia de otra manera que no sea una familia amorosa. María sólo podía entregarse a sí misma y a Jesús en los brazos de un hombre que los amara, y a quien ellos pudieran amar. Esta última idea está en el centro de las lecciones que María puede enseñarnos sobre José. Sin ella, ninguna de las demás tiene importancia. José es un hombre que ama.
María conocía a José. Al estar atentos a ella, aprendemos sobre quien estuvo a su lado durante gran parte de su vida. Lo que aprendemos nos eleva y nos orienta sobre cómo debemos vivir siguiendo el ejemplo del virtuoso san José.
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