Dudas, recelos, interrogantes, tinieblas
Jesús estuvo muerto, pero ahora vive por los siglos de los siglos (Apoc 1, 18). Pues lo resucitó Dios. Que no nos lleven nuestras dudas a rechazarlo.
No es fácil que se nos disipen las dudas. Y fácilmente pueden surgir las dudas aun en el interior de los discípulos.
Pero las dudas pueden dar paso a la fe. Si pudo resultar saludable el rechazo a Jesús por parte de su propio pueblo, ¿cómo no las dudas?
Al Santo y Justo, sí, lo rechazaron los de su pueblo por ignorancia y lo condenaron a muerte. Pero lo resucitó Dios. Y así se cumplieron las profecías sobre la pasión y muerte del Mesías.
Es decir, obra Dios en las sombras y las luces. Se sirve él de las desvergüenzas para que se desplieguen y se lleven a cabo sus planes. Las tinieblas no la vencen a la luz (Jn 1, 5).
Del mismo modo, se sirve Dios de las dudas para hacer brotar y florecer la fe en su plenitud. Así pasó en el caso de Tomás que no creía lo que le contaban los demás. Solo le bastaría con ver al Maestro en persona.
Su fe, por lo tanto, no se habría de basar sino en su experiencia. Creería él no por la gracia de Dios, sino por las obras de los sentidos de ver y palpar.
Y se le concedió lo que él pedía sin que esto se le pusiese en cuestión. A continuación, se le desvanecieron las dudas y ganó en él la fe. Y su fe no resultó somera como la de los que no hemos hecho nuestro recorrido hacia la fe (véase también Creer por propia experiencia). La fe del incrédulo resultó más profunda, despertada por la admonición: «No seas incrédulo, sino creyente». Hizo una confesión que nadie había hecho antes: «¡Señor mío y Dios mío!».
De las dudas puede brotar el bien.
En el evangelio de hoy, se pone Jesús en medio de sus discípulos. Entre éstos se hallan los dos que andaban a Emaús. Luego lo reconocieron en la fracción del pan. Pero a pesar de lo que ya se les había pasado, los dos, al igual que los demás, tienen miedo.
Y se muestran todos con dudas, por lo que tiene a bien el Resucitado enseñarles las manos y los pies. No una vez, sino dos veces. Así los trata de calmar, aunque les cuesta aún creer por la alegría y el asombro.
Pero no se da él por vencido. Procura, más bien, hacerse más solidario con ellos por pedirles que compartan con él lo que hay de comer. A su vez, les abre él el entendimiento para que capten las Escrituras sobre su pasión, muerte y resurrección.
Así que se nos da a conocer lo fundamental para que venzamos las dudas, creamos, y conozcamos y reconozcamos al Resucitado. Es decir, no se puede prescindir de la compartición de los gozos, los dolores, las luces, las glorias, la Palabra y el Sacramento.
Señor Jesús, haz que, al igual que san Vicente, pasemos de las dudas a la fe por comprometernos con los pobres (J. Delarue). Concédenos aprender de ellos a guardar tus palabras y, por lo tanto, tener una fe viva (SV.ES XI:120).
18 Abril 2021
3º Domingo de Pascua (B)
Hch 3, 13-15. 17-19; 1 Jn 2, 1-5a; Lc 24, 35-48
muy bueno.Gracias.
Gracias por enriquecer nested fé🙏🏻