Desde un punto de vista vicenciano: Esta será la señal para que lo reconozcáis...

Pat Griffin, CM
29 diciembre, 2020

Desde un punto de vista vicenciano: Esta será la señal para que lo reconozcáis…

por | Dic 29, 2020 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 Comentarios

Este año, algo distinto en las lecturas de Navidad capturó mi oración y atención. Quizás por los tiempos y la disposición de mi mente y mi corazón. El pasaje surge hacia el final de la lectura del Evangelio en la liturgia nocturna.  Escuchamos el anuncio de un ángel:

Esta será la señal para que lo reconozcáis:
encontraréis a un niño envuelto en pañales
y acostado en un pesebre
«.

Son, ciertamente, palabras conocidas. Sin embargo, la noción de «señal» y el carácter de la «señal» llamaron mi atención. La descripción ocurre dos veces más en la narración que tenemos de Lucas.

Antes, leímos:

Sucedió que mientras estaban [María y José] allí [en Belén],
se cumplieron los días de su alumbramiento.
Y dio a luz a su hijo primogénito;
le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre

Después del encuentro con una multitud de ángeles, los pastores se dirigen a Belén.  Y, oímos:

[Los pastores] fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre.

Claramente, la señal es el bebé envuelto en pedazos de tela para darle calor y estabilidad, y acostado en un comedero para animales. El texto destaca esta descripción para nosotros tres veces. ¡Debe significar algo! En este año, yo también estoy buscando una señal.

Noten la forma en que el vigor sobrenatural rodea a esta simple señal: un bebé, algunas envolturas, un pesebre. Sin embargo, no es lo sobrenatural (ni los ángeles, ni la iluminación o el canto celestial, ni la estrella, ni ninguna otra apariencia extraordinaria) lo que ofrece la señal. El niño es la señal.

Las conceptos de los pañales y el pesebre podrían ser reveladas para otros niveles de simbolismo, pero quedémonos con lo esencial. El niño no está vestido con galas reales, ni acostado en un pesebre de valor incalculable, sus padres no son famosos, y Belén no es una ciudad importante sino un pueblo atrasado. La atención se centra en el niño, no en los alrededores. Jesús nace como uno de nosotros. ¿Cuál es el significado de la señal? ¿Qué nos dice?

Creo que nos recuerda que nuestro futuro debe estar basado en nuestros hijos. Y me refiero a todos nuestros hijos, no sólo a los que surgen de entornos privilegiados, o que se parecen a nosotros, o que creen como nosotros, o están relacionados con nosotros.  Jesús respiraba el mismo aire, bebía la misma leche, usaba la misma ropa y vivía en el mismo pueblo que los otros niños. Fue educado en la misma escuela, jugó los mismos juegos, aprendió las mismas oraciones y vivió bajo el mismo gobierno que los otros niños.

Jesús no vino entre nosotros para mostrarnos cómo separarnos, sino para mostrarnos cómo ser parte de una familia, de una comunidad. No vino a mostrarnos cómo ser Dios, sino cómo ser humanos. Como adulto, él modela para nosotros las formas en que podemos ser buenas personas a través de su llamada al amor, el perdón, la generosidad y la misericordia. Como niño, nos pide la misma atención y cuidado que cualquiera de nuestros hijos necesita y merece.

Entonces, ¿a dónde apunta la señal? Se pueden identificar muchos objetivos. Uno es la llamada a respetar la vida —en nuestra comunidad católica, diríamos que desde el momento de la concepción hasta la muerte natural—; otro es tratar a todos nuestros hijos como preciosos y deseados; un tercero es estar atento a todas nuestras decisiones ya que influirán en nuestros hijos (qué clase de mundo estamos preparados para ellos).

Hace algún tiempo, leí una de esas historias que parece demasiado linda, pero que podría ser verdad. Probablemente la conozcas. Un niño llevaba una tarjeta hecha por él mismo a su madre en el Día de la Madre. El niño pregunta: «Mami, ¿cómo es que hay un Día de la Madre y un Día del Padre, pero no un Día del Niño?» La madre responde: «Cariño, todos los días son el Día del Niño». Tal vez la Navidad fundamentalmente nos enseña esa lección. Dios nos amó tanto que eligió venir entre nosotros como uno de nosotros. Eso comienza con un niño. Esta señal puede dirigirnos a una vida cristiana que presta atención diaria al cuidado de todos nuestros niños.

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