Lecciones aprendidas durante la pandemia. 19: Solidarios con los que padecen la pandemia
Cada semana, un miembro de la Familia Vicenciana nos compartirá una porción su experiencia en estos últimos meses. Desde lo íntimo de su corazón, propondrá un mensaje de esperanza, porque (estamos convencidos) también hay lecciones positivas que aprender de esta pandemia.
Nuestra vida durante el estado de alarma apenas ha sufrido variación. Las salidas al exterior se han limitado exclusivamente a la compra de alimentos y la adquisición de los medicamentos que tomamos diariamente. El confinamiento no nos ha supuesto trauma alguno, ya que somos muy amantes de la vida en el hogar.
Dificultades personales hemos tenido pocas. El vivir recluídos en el hogar durante el “estado de alarma” no nos ha originado dificultad alguna. Sí hemos echado de menos no poder asistir a las misas dominicales de la parroquia y recibir la eucaristía. Las misas televisadas han suplido esa ausencia, y las comuniones espirituales, en cierto modo, han suplido a las comuniones sacramentales. Por las informaciones, que nos proporcionaban los medios de comunicación, sí hemos hecho un poco nuestros los sufrimientos de aquellos que padecían el corona-virus y perdían a sus seres queridos.
Varios han sido los aspectos positivos que hemos experimentado, y estamos experimentando en todo este tiempo que está durando la pandemia del Covid19.
- Partiendo de la idea de que todos los humanos somos hermanos, que venimos de un mismo Padre, esta pandemia nos está haciendo ser más solidarios con los que la están padeciendo, así como con los fallecidos y sus familiares.
- Esta solidaridad la hemos llevado a la práctica sobre todo con la oración, para que, los que la han contraído, se curen, si esa es la voluntad del Señor, y no les queden secuelas crónicas que las tengan que padecer de por vida.
Esta pandemia nos ha sacado de realizar una oración personal y por la familia, a encomendar a la humanidad entera que se encuentra en estado de sufrimiento. Todos los contagiados y fallecidos son nuestros hermanos. Y por eso estamos obligados moralmente a ponerlos en manos del Señor para que en ellos se haga su Voluntad.
Aunque no “sólo de pan vive el hombre”, sí lo necesita también a diario. Muchos miles de personas se han quedado en la calle con las empresas en que trabajaban cerradas. El comportamiento de la viuda con su óbolo ha revivido con fuerza en nuestros corazones el ayudar a nuestros muchos hermanos con sus familias que lo están pasando mal. Así mismo Jesús también nos lo recuerda con el pasaje evangélico ante la multitud hambrienta al atardecer del día: DADLES VOSOTROS DE COMER. ¿Cómo no participar con el que nada tiene lo que el Señor nos regala diariamente?
Dos lecciones importantísimas estamos aprendiendo de esta catástrofe, que ha invadido la humanidad entera:
1- La oración personal de petición hacerla extensiva a toda la humanidad:
- Por la salvación de los que fallecen cada día.
- Por el sufrimiento causado por esta pandemia y otras causas, como: guerras, terrorismo y hambrunas. Que ellas nos sirvan como medio de purificación y salvación.
- No nos olvidamos de recurrir a nuestra Madre, la Virgen Milagrosa, rogándole que esos rayos que se quedan opacos en sus manos, se conviertan en gracias por estos hijos tan necesitados en estos momentos de una Madre
2).- En la medida de lo posible, ayudar con nuestro pecunia a los más necesitados a través de Cáritas. Justo es que, lo que recibimos gratis lo demos gratis al necesitado.
Como epílogo, recordamos el bello poema de Santa Teresa que encaja perfectamente en una situación como la que estamos padeciendo.
Nada te turbe, nada te espante.
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene, nada le falta.
SÓLO DIOS BASTA.
Un matrimonio
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